EOS EOS 338 339 retrógrado absolutista, y lo habriamos aplaudido cuando lo viésemos revolcarse en su propia cancha; allá está su puesto; acá es un anacronismo perjudicial. Sarmiento, que no recibió educación literaria, no comprendia que las humanidades son una escuela de disciplina mental, una gimnástica del entendimiento, que comunica al que en ella se ha ejercitado, adaptabilidad maravillosa, para todo linaje de aplicaciones. Digalo, sin ir más lejos, el mismo BELLO, pues sin haber sido abogado, ni haber cursado derecho en su juventud, sacó de sus especulaciones humanisticas lucidez y agilidad bastantes para aplicarse con provecho a estudios jurídicos, y supliendo con el poder de generalización de que gozan los talentos cultivados, lo que le faltaba, compitió con envejecidos jurisconsultos, y supo dejarlos rezagados cuando presentó su monumental Proyecto de código civil.
El indómito hijo de la Pampa, aquel encarnizado enemigo de las humanidades y la filosofia, por una contradicción que no se explica sin estudiar las circunstancias particulares de Chile en aquella época, fué desde un principio miembro de la Facultad de Humanidades y filosofia, y miembro de ella con no escaso prestigio sobre sus compañeros, según aparece de los Anales de aquella universidad.
Hubo, pues, de presenciar Sarmiento aquella fiesta en que, en lugar de revolcarse con Hermosilla y Salvá en su propia cancha, Bello se levantaba y cernía, cual águila imperial, sobre sus envenenados agresores.
Muy probablemente alude también a los ataques de Sarmiento el lastimado poeta cuando dice en El Proscrito. Al campo. al campo! Alli la peregrina Planta que floreciendo en el destierro, Suspira por su valle o su colina, Simpatiza conmigo. El río, el cerro, Me engaña breve tiempo y me alucina, no me avisa ingrata voz que yerro; Ni disipando el lisonjero hechizo, Oigo a nadie decir. Advenedizo!
La Universidad fomentará, no sólo el estudio de las lenguas, sino de las literaturas extranjeras. Pero no sé si me engaño. La opinión de aquellos que creen que debemos recibir los resultados sintéticos de la ilustración europea, dispensándonos del examen de sus títulos, dispensándonos del proceder analítico, único medio de adquirir verdaderos conocimientos, no encontrará muchos sufragios en la Universidad. Respetando como respeto las opiniones ajenas, y reservándome sólo el derecho de discutirlas, confieso que tan poco propio me parecería para alimentar el entendimiento, para educarle y acostumbrarle a pensar por sí, el atenernos a las conclusiones morales y políticas de Herder, por ejemplo, sin el estudio de la historia antigua y moderna, como el adoptar los teoremas de Euclides sin el previo trabajo intelectual de la demostración. Yo miro, señores, a Herder, como uno de los escritores que han servido más útilmente a la humanidad: él ha dado toda su dignidad a la historia, desenvolviendo en ella los designios de la Providencia y los destinos a que es llamada la especie humana sobre la tierra. Pero el mismo Herder no se propuso suplantar el conocimiento de los hechos sino ilustrarlos, explicarlos; ni se puede apreciar su doctrina sino por medio de previos estudios históricos. Sustituir a ellos deducciones y fórmulas, sería presentar a la juventud un esqueleto en vez de un traslado vivo del hombre social; sería darle una colección de aforismos en vez de poner a su vista el panorama móvil, instructivo, pintoresco, de las instituciones, de las costumbres, de las revoluciones, de los grandes pueblos y de los grandes hombres; sería quitar al moralista y al político las convicciones profundas que sólo pueden nacer del conocimiento de los hechos; seria quitar a la experiencia Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.