Democracy

EOS 319 318 EOS desenvainada siempre por la causa de la libertad, y sólo por esa causa; nunca ha sido envainada sino después de la victoria. Sí, la tendréis, la tendremos con vosotros, esa victoria, completa, definitiva; y, cuando luzca ese día, nada pedirán para si los Estados Unidos; mas, para Francia, pediremos con vosotros la reparación de los daños causados; con vosotros pediremos la desanexión de Alsacia Lorena; y, para el mundo civilizado, pediremos la desanexión de la idea alemana: no sólo de ese militarismo ahito de ferocidades no vistas hasta ahora sobre la tierra, sino también de esa mancha inmunda que se ha convertido en la esencia misma del alma teutona, de esa pasión por la mentira, por el espionaje, por la deslealtad, por las bajas intrigas, por la corrupción y la compra de las conciencias, de toda esa lepra que ha hecho del alemán un objeto de repugnancia y de execración en el mundo entero. No sólo durante la guerra quieren solidarizarse con vosotros los Estados Unidos, sino también después de la gue.
rra, en el periodo de renovación, de reconstrucción, período que será áspero y duro, pero al cual nuestros dos grandes paises, unidos para nuevos brios económicos, podrán hacer frente con éxito. Ribot, presidente del Consejo de ministros francés, puso de manifiesto el armonioso desarrollo de la gran república de ultramar y la grandeza de su ideal actual: la organización de una paz fundada en la victoria del derecho. Todos los materiales son buenos para hacer una nación; pero con una condición: la de que haya habido en sus fundadores un ideal que les sobreviva, una conciencia elevada de lo que ha de ser una democracia, y, para decirlo todo, un alma que discipline y utilice para la realización de un gran pensamiento los elementos extraños venidos de todas las partes del universo. Qué milagro, la fusión de esos fragmentos de nacionalidades en un metal homogéneo de un temple a la vez tan fino y tan resistente! Para realizar sejante milagro ha bastado que el foco encendido en el siglo xviu no haya perdido nada de su ardor y de su potencia. No está a punto de apagarse ese foco de ideas y de sentimientos generosos. Bien se ha visto el día en que los Estados Unidos se resolvieron a entrar en la guerra para acudir en socorro del derecho y de la humanidad pisoteados.
Pudieron haberse encerrado en una neutralidad egoista y limitarse a suministrar armas a los combatientes, en espera de la hora en que pudieran ellos imponer su mediación.
No han querido abandonarse a semejante cálculo. Han solicitado bravamente su calidad de beligerantes, y, tomada su decisión, se han puesto a ejecutarla con esos rápidos y poderosos métodos que aplican ellos en todas sus industrias. Honra para el Presidente Wilson será el haber sabido encaminar a su pais a comprender qué deber le incumbía, y honra inmortal de los Estados Unidos será el haber contestado al llamamiento de su primer magistrado con esa unanimidad y ese brio que han desconcertado a nuestros enemigos. Los pueblos, testigos o actores de esta lucha gigantesca, saben que nuestra causa y la de nuestros aliados son la causa misma del derecho, razón por la cual ha tomado este año, nuevo carácter la fiesta del de Julio. Hasta hoy día, era la fiesta de la Independencia de los Estados Unidos.
Se ha convertido en la fiesta de la Independencia de todas las naciones. Del Boletin de la Cámara de Comercio de Paris Hablando ante el clero de Malinas, el cardenal Mercier denunció elocuentemente las intrigas de los comités católicos de las provincias del Rhin, organizados recientemente, y que han tenido por objeto trabajar por el restablecimiento de relaciones amistosas entre los católicos belgas y los católicos alemanes. Un periódico holandés, el Tyd, sita el siguiente pasaje del discurso del eminente prelado. Los católicos del otro lado de la frontera que no tuvieron ni una palabra de protesta para el sinnúmero de asesinatos y fusilamientos de sacerdotes en Bélgica, estos católicos que por espacio de tres años han contemplado con los brazos cruzados el martirio de nuestro pueblo; esos católicos entonan himnos de amor fraternal, de paz, de olvido, de perdón. Pero un deber sagrado nos ordena reclamar y hacer efectiva la restitución de nuestros derechos violados, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.