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300 EOS EOS 301 libertad, tolerancia y gobierno autónomo se encuentra comprometida por la guerra. Justifica nuestra entrada a la guerra. Nos mantuvimos fuera del conflicto europeo aun mucho tiempo después que ciertos de nuestros elementos nos urgian apasionadamente para entrar en la lucha. Nos mantuvimos apartados, no solamente a causa de nuestra facilidad para hablar de ideales en vez de vivir de acuerdo con ellos, y de nuestra creciente insensibilidad ante el desastre y los sufrimientos, que a veces parecía significar la parálisis de la fuerza moral de la nación, sino porque creíamos que si Alemania nos había ofendido gravemente era con motivo de habernos interpuesto en su camino en lucha que no nos incumbía. Hemos buscado excusas a su bárbaro proceder: luchaba por su vida contra el bloqueo del hambre impuesto por un enemigo que por su parte había transgredido la ley internacional. Hemos intentado todos los medios pacíficos para conseguir que Alemania respetara los derechos de los neutrales. Pacientes hasta el exceso, lo conseguimos en cierta medida; pero la decisión de Alemania del 31 de enero añadió la última paja al peso de nuestra convicción de que la iniciativa de su agresión, la violación de territorio y derechos de los neutrales, el desprecio de todo escrúpulo moral ante sus ambiciones imperiales, hacían de aquella nación el mayor obstáculo entre nosotros y la clase de doctrina que quisiéramos preconizar. Sabíamos que Alemania impenitente era incompatible con el ideal de los Estados Unidos. El presidente Wilson había estado constantemente predicando una nueva ley internacional que muchos de nosotros juzgábamos gloriosa pero remota visión; y era inevitable que el primer paso hacia este mandato fuera proteger en lo posible la vida de la civilización contra el asalto alemán.
Nuestra causa está de acuerdo con nuestra conciencia; pero esto no es suficiente. Réstanos preguntar si permaneceremos leales a la tradición norteamericana en tiempo de guerra. La guerra necesita organización, sistema, práctica y disciplina. Hay que escoger entre eficiencia o derrota. Los egoístas habrán de marchar.
El gobierno que «sirve a la democracia» tendrá que proceder. El departamento ejecutivo de la administración se reforzará con gente capaz. El socialismo avanzará a grandes pasos. Un nuevo concepto de ciudadanía transformará el espíritu nacional. Pero es indispensable también que el sargento que posee instrucción militar tenga autoridad. Perderemos mucho de nuestra libertad acostumbrada. Nos veremos entregados en manos de jefes y oficiales que busquen la victoria antes que la justicia; y habremos de abandonar nuestra benigna manera de ser y marchar bajo sus órdenes.
Solamente podremos combatir al prusianismo usando sus propias armas. El peligro está en que se nos olvide la lección de Prusia; esto es, que el mal hermano de la disciplina es la tiranía, aquella tiranía que combatieron nuestros padres y que nuestros inmigrantes quisieron evadir al establecerse aquí. Sería un mal día para América aquel en que perdiera su libertad por adquirir demasiada eficiencia.
Necesitaremos también desplegar toda nuestra tradicional tolerancia, pues desde ahora comienza a levantarse la marea del sentimiento. No hace mucho que doce senadores trataron de amordazar la ley de armar los barcos propuesta por el presidente. SeguraEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.