Democracy

298 EOS EOS 299 sión de la libertad. Al oeste de la isla Ellis los oprimidos de muchas naciones han encontrado no solamente la libertad de adorar al Dios que reconocían, sino también la libertad absoluta de restricciones sociales y persecuciones religiosas.
La mujer norteamericana se ha acercado más que la de cualquier nación europea al estado de independencia económica. La juventud de los Estados Unidos se ha independizado de sus mayores, quienes confían en que sabrá conducirse correctamente, y escoger por sí misma su vocación, hasta un límite casi increible para la mayor parte de los europeos. Nos preciamos de la libertad de palabra y de una razonable libertad de imprenta. Aunque la esclavitud tuvo larga vida en el sur de la república y la esclavitud económica persiste virtualmente en muchas localidades, puede decirse que la gran estatua de la libertad, levantando su antorcha en el puerto de Nueva York, es el símbolo característico del ideal norteamericano.
De otro lado, una fe sin ejemplo en las buenas intenciones del hombre ha hecho tolerantes a los Estados Unidos. Los europeos han reído de nosotros por nuestra ingenua hospitalidad y nuestra credulidad.
Hemos sido fácil presa para el impostor y aun para el espía. Pero si nuestra falta de mundo ha hecho que nos engañaran fácilmente, si nuestro odio al fanatismo nos ha ablandado hasta la indiferencia religiosa, debe recordarse al menos que aquello nos ha servido de escudo contra la desilusión. El espíritu de los Estados Unidos se ha conservado joven, deseoso de novedad y dispuesto a conceder lugar bajo el sol norteamericano a distintas razas y a creencias diferentes.
Nuestra fe americana en el gobierno del pueblo y para el pueblo ha sido tan real que hemos logrado, mejor que cualquiera otra gran nación, aplicar a nuestra política internacional los principios que regulan la conducta honorable individual. Nuestra diplomacia rudimentaria, satisfecha con su suerte, de manga ancha, ha sido esencialmente justa para con las demás naciones. Si hemos resistido la tentación imperialista, no es solamente porque el agricultor de Podunk estuviera más interesado en Podunk que en el Paraguay.
Cumplimos nuestro deber en Cuba, China y las islas Filipinas. Hemos llevado tan lejos nuestra honradez en la adquisición de Panamá que hasta hemos renunciado toda franquicia especial de derechos por pasaje del canal. El rigor con que condenamos los desatinos y evasivas de nuestra política en Méjico no debe cegarnos hasta el punto de desconocer la nobleza con que nuestro gobierno ha tratado en todo honradamente de hacer lo mejor para los mejicanos: una política de altruísmo nacional sin semejante. La doctrina Monroe se ha desarrollado en panamericanismo: movimiento que promete hacernos avanzar en el camino de la fraternidad de las naciones más allá de lo que hubiéramos logrado hasta ahora. No es necesario negar nuestro astigmatismo de provincia o nuestra afectación religiosa para llegar a la conclusión de que el espíritu de los Estados Unidos se asimila más que el de cualquiera otra de las grandes naciones de la tierra al espíritu de Cristo, espíritu de amistad y de indulgencia.
Ahora la tradición norteamericana de democracia, Isla en el puerto de Nueva York, donde desembarcan los inmigrantes. del Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.