EOS 293 292 EOS inició el conflicto que habrá de cambiar la faz del mundo, fué una pasividad que, dado lo excepcional de su caso, la lógica condena. No tenía ella por qué esperar a que otras naciones americanas decidieran sobre determinada línea de conducta. Los demás pueblos del Continente no estaban en su caso. Su situación era y es única, como fué también única la oportunidad.
Mas ya que entonces se observó una neutralidad condenada por la lógica una neutralidad justificada únicamente por promesas de reparación moral y material. valdría la pena de que quienes tienen en sus manos el gobierno de ese país estudiaran si a éste conviene continuar guardando neutralidad tan condenada por la razón como la que observa desde que se cumplió el atropello contra Bélgica. Lo que se perdió por la pasividad en 1914 puede rescatarlo una previsora actitud en 1917. Si el país aludido no lo viere así, acaso del seno de su Parlamento surja la iniciativa que se haga cargo de la gravedad del momento y logre encauzar las corrientes de la opinión nacional.
Pensemos en que bien puede llegar la hora en que la civilización diga que quien no esté con ella está contra ella. el hecho de que los Estados Unidos hayan entrado en la guerra, haciendo suya en Europa la causa que, como ya hemos dicho, es idéntica a la causa del país aludido en América, es un argumento más en pro de su intervención en el conflicto. No puede una nación seria desconocer en un continente el principio que va a defender en otro. Vengo a ocupar mi puesto al lado de las naciones que defienden la integridad y la soberanía de los pueblos débiles, porque esa causa es mi causa, porque el caso de Bélgica es el mío. Esto, palabra más palabra menos, podría decir la nación a que nos venimos refiriendo al abandonar su neutralidad, sin que ello implique su activa participación en la guerra.
En un diario colombiano, dirigido por Laureano García Ortiz, caballero distinguido por su erudición y su talento, leemos lo que sigue: No esperemos otras iniciativas hispano americanas; tomémoslas nosotros. Desde ahora principiemos labores para que el Continente de la América Latina, ya que esta guerra ha sido mundial y nos ha arruinado a todos, y ya que fuimos invitados a la Conferencia de la Paz de la Haya, lo seamos también a la Conferencia que arregle ahora el mundo. Si la América Latina no se hace representar en el Congreso que firme la paz. las Repúblicas de Bolivar, y las de San Martin también, quedarán en la condición de clientes romanos.
Nos complace ver confirmadas por tan eminente escritor las opiniones que consignábamos en esta revista el año pasado. Pero en lo de hacerse representar está el nudo del problema. Decíamos en Noviembre: Las demás pequeñas nacionalidades del mundo siguen el curso de la lucha con el interés de quienes comprenden que en ella no solamente se juega la suerte de los países directamente comprometidos, sino el destino de todas las nacionalidades que no están en capacidad de hacer frente a las amenazas de un militarismo agresivo y petulante.
Para darse cuenta de la realidad de ese peligro, piénsese en lo que significaria para los países débiles, cualquiera que sea su posición geográfica, el triunfo de la casta militarista prusiana. Precisa colocar la cuestión en ese terreno para reconocer el derecho que asiste a los pueblos débiles a ser oidos en los consejos de la paz que hayan de tener lugar después de la guerra, y para que sus opiniones sean pesadas tenidas en cuenta.
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