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272 EOS EOS 273 go el peso de las deudas mediante una organización socialista de los Estados, y ven el anuncio de ello en las medidas que los Estados beligerantes están tomando. Los demócratas se complacen en creer que la victoria será una victoria de la democracia y del sistema representativo y parlamentario, y los imperialistas que ha de ser el triunfo del imperialismo. Los unos creen que Inglaterra saldrá de la lucha, aunque venza, germanizada, y los otros que Alemania, aunque no sea derrotada, saldrá anglicanizada. hasta en el orden literario unos esperan la vuelta del romanticismo que siguió a la caida de Napoleón y los otros la vuelta del clasicismo del siglo XVIII. cada cual pelea por su causa, creyendo que sus aliados le hacen el juego en ella. Con eso de la unión sagrada ocurre que el católico cree que se le da al jacobino y éste a aquél, el burgués al socialista y el socialista al burgués, el demócrata al imperialista y el imperialista al demócrata.
El ejército profesional cree que se está sirviendo del pueblo armado y el pueblo armado cree que se sirve del ejército profesional. Cada uno cree hacer su juego y todos están haciendo el juego del supremo, eterno e infinito maese Pedro.
Yo. No seas irreverente y hasta impío, Augusto; dió la gana, y así, sin más ni más? No, no y no. yo, y no usted, sé por qué le escribió, y yo, el sueño, y no usted, sé por qué ha tomado en esto de la guerra la posición que ha tomado y por qué se ha convertido en un apóstol y profeta del antigermanofilismo español.
La guerra está exaltando a todos y sacándoles lo que tenían más dentro de sí; la guerra está metafisicando a todos.
Yo. Pero es que exaltarse es metasificarse? Yo creía que fuese más bien todo lo contrario.
El. Pues no! La metafísica no es más que otra forma de la exaltación poética, del rapto, del arrobo. todo ello no es sino acelerar el ritmo de la vida espiritual. al acelerarlo, lo ahonda. Tan violentamente, tan de prisa va la corriente del espíritu, que llega a las más profunda aguas, a esas que suelen estar quietas y como muertas en el curso ordinario de la vida, y agita el lecho mismo del cauce del alma arrastrando las piedras que en él yacen. Inmóviles cantos rodados, ideas y sentimientos pétreos que descansaban hace siglos antes de que éstas tomaran conciencia de sí y del mundo al encarnar en nuestros cuerpos, se ven ahora arrastrados por la torbellinosa corriente de la guerra. éste es un tremendo examen de conciencia. Cada cual se está descubriendo a sí mismo.
Yo. Pero no para cambiar acaso.
EL. Claro que no! Para hacerse más él; para ser más él. eso es, en cierto modo, cambiar también.
Yo. Pero es que ahora hay quienes abdican de sí mismos, quienes fingen, quienes mienten. hay hipócritas.
EL. Lo parecen. lo que en realidad hay es que mira que.
EL ¿Qué?
Yo. Que dejo de soñarte.
EL Eso será, amigo don Miguel, lo que tase un sastre. No basta que no quiera soñarme si yo me empeño en ser soñado y en ser soñado precisamente por usted. es que cree usted haber escrito aquel relato de mi vida metafísica a que llamó Niebla porque le Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.