EOS EOS 251 250 ban faroles cuadrados, forrados en género transparente, con que se anunciaban las comodidades que reportarían los concurrentes de la entrada a esas casas de beneficencia.
Desde la iglesia de la Tercera se empezaba a gozar de los perfumes y vapores de aquel barrio en verdadera combustión: los ajiacos, empanadas, longanizas, morcillas, cuchucos, rostros de cordero, papas chorreadas, chicharrones, tamales, bollos de quiche, encurtidos de la tierra, chicha, pollos a la funerala, pólvora, aguardiente, trementina, etc.
con todo lo demás que no podemos referir, enviaban sus partículas o moléculas en dulce e inalterable consorcio, a las narices de la concurrencia de toda edad, sexo y condición que se metia en aquel remolino de Honda. las ocho de la noche empezaban los fuegos artificiales con un cohetón de doce truenos y unas cuantas culebrillas que descendian caprichosamente: en el acto respondian mil silbidos agudisimos de los muchachos, con los gritos y llantos de los asustadizos niños que enviaban las madres con las criadas a gozar de aquellas diversiones.
La banda de música rompia con el bambuco o torbellino, y asi seguía la quema hasta que, entre las nueve o diez de la noche, se retiraban todos a buen dormir, a fin de quedar dispuestos y hábiles para los espectáculos y faenas de los dias siguientes.
Amanecia el dia deseado y era de verse el movimiento febril de las gentes: se trasteaba de las casas y tiendas con todo lo que constituía el guardarropa, para que pasara a funcionar como objeto de adorno sobre las puertas y ventanas, sin que de aquella revolución escaparan sino los colchones y almohadas de las camas.
Con los cuadros y láminas de todos colores, clases y tamaños, se cubrían las paredes, sin cuidarse de las reglas de simetria y congruencia que debieran tenerse presentes en tales casos. Esto daba lugar a que se vieran los mayores contrasentidos en tan originales consorcios. Junto a la impresión de las llagas de San Francisco, se veia a Mazzepa. desnudo. amarrado sobre el potro bravio; el éxtasis de Santa Teresa junto a Eloisa y Abelardo; las almas benditas del Purgatorio, con la manteada de Sancho Panza, y así todo lo demás. Recordamos que por la calle de Las Béjares se veian varios cuadros que representaban la Historia de Hércules y las Danaides, mezclados con otros alusivos a la muerte del justo y el pecador, y alguno de Napoleon en Santa Elena!
Los arcos, altares y bosques, arreglados a imitación de los que habian figurado en el Corpus, pero adornados con flores de borrachero, borlas de San Pedro, arrayanes, retama y otros afines.
En la plazuela se preparaba el Paraiso, que era el purgatorio de Adán y Eva, figurado por dos muchachos medio desnudos y ataviados con vestidos de plumas, semejantes a los que usaban los indios. Con arbustos se formaba.
una imitación de parque, cercado con festones de laurel.
Alli yacían todo el dia, para encanto de los mirones, los animales raros, como cafuches, armadillos, borugos, venados, buitres, tigrillos, micos y loros; la serpiente tentadora era una tripa de res, soplada, con cabeza de dragon mordiendo la manzana. veces figuraba una gran ballena en seco, hecha con armazón de chusques, forrado en papel pintado de negro y ojos hechos de asiento de botella.
Desde las diez de la mañana empezaban a circular los matachines, que eran hombres disfrazados de danzantes, precedidos del negro Simón Espejo, vestido de casacón de paño rojo galoneado de plata, gran sombrero de tres picos y botas altas, y de dos muchachos que figuraban diablos, con vejigas infladas, suspendidas de cuerdas atadas a una vara, con que repartian sonoros golpes a todos los que encontraban. Llevaban música consistente en tambora, dos.
violines gangosos y pandereta, y marchaban al compás riguroso de seis por ocho. Allí donde tenían sus compadres o pretendidas, se detenían para bailar la contradanza, o para hacer y deshacer, bailando, la trenza al rededor de una asta, de la cual pendian tantas cintas de colores cuantos eran los matachos. Concluida la danza, recibían los aplausos y felicitaciones del pueblo y «se iban con la música a otra parte. La procesión tenia lugar por la tarde, en perfecto orden: llevaba el guión el alférez designado por el párroco, con las ninfas y carros alegóricos de estilo, y detrás del palio, debajo del cual se llevaba Majestad, seguian la música Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.