240 EOS EOS 241 de estar empeñados en una causa hermosa, responden al nombre de mi sobrino y amigo, entonces, a nadie habrá de extrañar, puesto que está plenamente justificada, esta página intima que le dedico.
La composición: Una noche en que brillaban mucho la luna y las estrellas, en que las ranas cantaban, que los pájaros nocturnos revoloteaban de cuando en cuando, que la gente conversando salía de los teatros y entraba a los cafés, y que en una casa bailaban al compás de una agradable música; un pobre niño de cabello largo, de ojos negros, de cutis moreno, dientes grandes y blancos, en conjunto agradable; se hallaba tendido sobre el fresco césped, con la cara entre las manos, durmiendo.
Los árboles crugían, algunos pájaros cantaban; pero el canto que resonaba más era el del viento, que estaba soplando con mucha fuerza.
Aquel paisaje tan lóbrego impresionaba. Pobrecito ese niño. decían los árboles. tanto frío que debe de tener. y le tiraban hojas para protegerlo.
Al fin llegó el alba con el trinar de los pajarillos.
El alma del niño que ahí estaba, ya había volado a donde sus compañeros, los ángeles. El frío, el hambre y el dolor lo habían hecho volar al Cielo.
Ca paráfrasis: Contrastes Es noche de verano: la ciudad, alegre, iluminada; a cafés y teatros van las gentes en animada charla, y al compás de una música escogida en una casa bailan.
Hay millares de estrellas en el cielo; millares de miradas posadas sobre el mundo, son testigos de todo cuanto pasa.
Allá lejos tendido sobre el césped. a falta de otra camasin más luz que la triste, melancólica, que da la luna pálida, ni otra música más que la del viento que enfurecido brama, y el croar siempre igual, no interrumpido, de las vecinas ranas, donde sólo los pájaros nocturnos huyendo de las ráfagasse atreven a salir, quizás en busca de la abrigada rama, yace un niño dormido, algún gamin de los que tristes marchan por el mundo, sin padres, sin amigos, henchidos de nostalgias.
Tiene oculta la cara entre las manos, parece que llorara, y tiembla su canijo cuerpecito al soplo de las rachas. Pobrecito. se inclinan a decirle los árboles, y bajan por montones las hojas y le forman improvisada manta.
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