EOS 221 220 EOS silencio, a causa de las emociones que sentian; pero en el momento en que entraba Lucrecia acompañada de los penitentes que debían ayudar a bien morir a los envenenados libertinos, Rompegalas lanzó un estruendoso. vizcaino y se puso a palmotear desaforadamente. Los mismos actores no pudieron menos de acompañar al público en la desatentada carcajada que produjo aquella ocurrencia.
El último acontecimiento extraordinario de la clase de los que venimos refiriendo, tuvo lugar en el año 1857 en la representación de Fe, Esperanza y Caridad. Un borracho consuetudinario se subió al proscenio y se sentó tranquilamente en un sofá sobre el cual departian dos de los personajes del drama. Sorprendidos éstos, exigieron al intruso que desocupara la escena, pero como se denegara a ello, trataron de sacarlo a la fuerza, y al tomarlo de un brazo para hacerlo levantar, se agarró aquél del espaldar del sofá con la mano que le quedaba libre: al estrujón que le dieron se volcó el mueble, quedando todos debajo, como Sansón con todos los filisteos. La caída del telón puso fin a tan grotesca escena.
airecillo de triunfo. que vuelvan, si se atreven, para que vean cómo les va!
En la Gallera vieja representaron algunos artesanos aficionados, la tragedia de Policarpa Salavarrieta. Todo marchó muy bien hasta el momento en que introdujeron el cadáver de Sabarain a la capilla en que estaba la Pola preparándose para morir; pero al llegar a esta escena se desencadenó la más terrible borrasca contra Samano y los verdugos españoles: unos pedian la cabeza de los tiranos; otros que los apedrearan, y los más que se pusiera fuego a la casa que era de techo pajizo. La situación se puso crespa, y ya parecía inminente un conflicto, cuando se le ocurrió al empresario la estratagema más oportuna: se presentó en el proscenio y dirigió a los enfurecidos espectadores el siguiente discurso. Respetable público. En atención al justo desagrado con que se ha recibido la sentencia que condena a Policarpa Salabatierra a sufrir la pena de muerte, el excelentisimo señor Virrey don Juan Sámano ha tenido a bien conmutarla por la de destierro a los Llanos. Nutrida salva de aplausos acogió tan humanitaria resolución y todos quedaron contentos y convencidos.
La representación de la comedia Lucrecia Borgia, de Victor Hugo, dió lugar a un acceso de hilaridad indescriptible.
Quizás haya aún quien recuerde al popular doctor Ciriaco Torres, conocido con el apodo de Rompegalas, sin duda por el desgreño con que siempre llevaba el vestido y por el perenne estado de lúcida chispa en que vivia. Por de contado que entraba de gorra a todos los espectáculos, pagando la entrada con improvisaciones en verso que le exigian los cachacos.
La escogida compañía española de don José Belabal ejecutaba dicha pieza con notable propiedad: el teatro estaba colmado y en la mitad de la platea ocupaba Torres lugar prominente, manifestando con repetidos aplausos lo satisfecho que estaba del espectáculo. Ya estaba para terminar el último acto, en que puede decirse que el autor concentró sus facultades para darle mayor grado de intensidad dramática. Entre los espectadores reinaba profundo La pluma es en cierta manera un instrumento espiritual por cuanto refleja las ideas y los sentimientos.
Aplicarla a expresar cosas que no son justas ni verdaderas es una especie de profanación, mientras que emplearla en la difusión de sanas ideas por medio del razonamiento y respetando la dignidad de los demás hombres es hacer de ella el pincel luminoso de la verdad y del derecho.
MARCO FIDEL SUÁREZ Tenemos a la disposición de los lectores TODOS los números de EOS, desde el primer cuaderno.
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