200 EOS EOS 201 o prejuicios de una nación hubieran acallado la voz de tanto apóstol y mártir cruelmente sacrificados en pro de sus convicciones, nosotros estaríamos todavía bajo el yugo de una tiranía feudal.
Yo no me creo autorizado a condenar el materialismo que nos ha revelado grandes secretos de la naturaleza porque varios fanáticos lo hayan convertido en un absurdo grosero, o porque una nación acaudillada por un jefe ambicioso quiera hoy día levantar sobre los Templos de Francia la estatua repugnante de Baal.
Yo sentí el llamamiento de la Humanidad y lo obedeci creyendo que los deberes que me ligan a ella son más poderosos que los que me ligan a una sola nación o a un grupo de individuos: porque creo que en esta guerra se balancea el futuro moral del mundo entero.
Aunque te confieso gran cariño por la orgullosa Albión, no es por ella, sino por la causa de los aliados que, muy a mi pesar, hago derramar lágrimas de personas inocentes y queridas. qué son los peligros y los dolores comparados con la satisfacción de haber cumplido un deber sagrado? No sé si usted talvez comprenda mis sentimientos; probablemente los llamará disparates, sueños, poesía. Ah!
si usted comprendiera, de seguro dejaría de inquietarse acerca de mi destino; si usted comprendiera, su corazón se cerraría a un dolor desesperado. Cuánto diera por ser capaz de traducir en palabras los sentimientos que me agitan! Yo lo sé todo allá en el fondo de mi corazón y me hallo tan tranquilo para afrontar la muerte y aun para contemplar sus lágrimas! Tranquilo porque mi conciencia me dice. Tú haces bien. No te descorazones. Oh madre mia! Gran compasión siento por su dolor porque lo comprendo, porque conozco su amor maternal, por la nobleza de su alma. esa nobleza y a ese amor es que yo llamo: ellos serán su fuerza moral. Si yo me siento dichoso. por qué se aflige? Si mis motivos son puros, ja qué lugar para el llanto? Yo tengo la esperanza puesta en Dios que si lucho desinteresadamente por el triunfo del Bien, Él me amparará. Ponga la esperanza en Él y sea fuerte. Ambos guarecidos bajo sus manos protectoras, en vez de ser alejados, nos hallaremos más juntos y en su corazón mismo nuestras almas habitarán unidas.
No sé si en nuestra existencia nos encontraremos para abrazarnos una vez más. No sé si la guerra terminará pronto. si ese feliz momento está ya cercano, bien puede suceder que salga ileso del peligro y que vuelva a su lado lleno de júbilo por haber luchado por una causa noble y grande. Mi destino lo pongo en Dios. El sabe lo que hace. Pero mientras Julio 4, 1916.
Estoy en la Valbonne, en un campo militar en donde hago mi educación de soldado. No se aflija tanto por mi: la vida que llevo no es de confort, pero ella hará un hombre de mí, dándome, no sólo la fuerza física sino también esa fuerza moral que constituye el temple del alma. Peligros aun no tengo que afrontar y cuando en un día glorioso me halle en el conflicto mundial blandiendo una arma contra los caudillos y defensores de doctrinas contrarias a las palabras de Cristo, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.