EnglandFranceGermanyItalySocialism

EOS 199 198 EOS codo a codo con Dios; sin embargo es algo que mi corazón sabe y comprende; es una convicción, una intuición, si se me perdona la palabra. Por eso es que me he incorporado al ejército francés. Espero, madre mía, que Ud. me comprenderá.
22 de Septiembre de 1916.
le pido un esfuerzo más a su compasión maternal y así trataré con más confianza de explicarme.
Lo primero que deseo que considere es que mis acciones son completamente desinteresadas: que he abandonado mis estudios, las comodidades de que disfrutaba, mi hogar, mi patria y mis amigos. La segunda cuestión es que he sacrificado todas estas ventajas por una vida no de regalo, ni de riqueza, ni de vicio; por una vida de aspereza, de trabajo duro, de mal comer y dormir, en sociedad de seres que difieren mucho de mi posición y de mis gustos. finalmente quiero que considere cómo he hecho semejante cambio, sin gritos ni aspavientos, sino como aquel que conoce y pesa sus propias acciones.
Estos tres puntos los pongo delante de Ud. no para alabarme de matasiete ni de aventúralo todo, ni para semejarme al héroe de alguna novela de aventura y romance, sino para hacerla llegar a Ud. a una conclusión: la de si estoy loco o estoy cuerdo.
Una confesión que desearía hacerle es la de que tanto Francia como Inglaterra, Rusia, Italia, Bélgica, Austria o Alemania son naciones a las que deseo toda clase de prosperidades. No es Alemania una nación que yo odie. Yo no voy a la guerra porque considere a los alemanes mis enemigos y a los aliados mis amigos: es porque estoy, convencido de que al lado de unos está la espiritualidad y al lado de los otros el materialismo; es porque yo creo que esta es una guerra de principios más que de causas comerciales. Que quién me lo ha dicho, que qué inspiración, ángel o furia, me lo ha deslizado en el oído? No me creo Mahoma, ni pitonisa, ni sibila, ni me precio de andar Cada uno de nosotros tiene derecho a sus propias convicciones, sentimientos y, si se llevan las cosas al ridiculo, a sus propias locuras. Ningún poder humano o divino debe subyugar «la libertad de pensamiento y conciencia. a un molde estrecho y del todo arbitrario, pues cada individuo posee idiosincracias diferentes. Educación, medio ambiente, capacidades, oportunidades, desventajas y tendencias cambian con cada personalidad, las cuales deben variar, en consecuencia, como varían las floras en las regiones apartadas y como varían hasta los individuos de cada familia.
Dado que me concedas esa «libertad de pensamiento y de conciencia» y el derecho de libre posesión, quiero probarte que el libre ejercicio de nuestras convicciones es no sólo lógico sino que es un corolario indiscutible del derecho y libertad de conciencia, pues de ¿qué nos serviría ella si nos vemos obligados a dejarlas de expresar. Es que acusas a un socialista de que predique socialismo, a un admirador de Darwin de que predique darwinismo, a un católico que defienda los derechos de Roma. Es que condenas a Cristo porque enseñara sus doctrinas y a Sócrates porque bebiese cicuta en vez de traicionar la verdad? Si los intereses Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.