EOS RENOVACION 176 CUADERNOS DE CIENCIAS LETRAS Director: Guillermo Vargas ANGEL GANIVET LECTURAS consecuencia de esa opinión se ostentaban sobre la mesa del comedor, botellones de vidrio repletos de horchata de ajonjoli (las almendras eran muy caras. agua de moras, naranjada, limonada y aloja (especie de cerveza dulce aromatizada con clavo y nuez moscada. todos coronados de ramilletitos de claveles de diversos colores.
Las muchachas, a la inversa de lo que hoy sucede, consultaban entre ellas la manera como irian a la fiesta, y las amigas intimas se consideraban obligadas a vestirse de una misma manera como prieba de mutuo carifio. Los trajes de las señoritas eran de linon, muselina o lanilla medianamente escotados siguiendo aquel precepto de no tan calvo que se vean los sesos; por toda joya llevaban un par de aretes en las orejas, medalloncito pendiente de una cinta en el cuello, en ocasiones pulseras de oro sin pedrería; en la cabeza alguna flor, y, en vez de guantes, mitones de seda con bordados del lado del dorso de la mano. Las señoras casadas, queremos decir las entradas en edad, iban vestidas con traje oscuro y pañolón de lana prendido en el pecho con grueso broche de oro; la cabeza cubierta con pañuelo de seda, dejando ver sobre las sienes roscas de pelo aprisionadas con peinetas, los dedos de las manos empedrados de sortijas, y, pendientes de las orejas, gruesos y pesados zarcillos que a veces valian un tesoro y que sólo se sacaban a luz en los dias de pontificar.
Los jóvenes vestían levita; por corbata un pañuelo de seda envuelto en el cuello, formando al frente un enorme lazo sin dejar asomar el de la camisa; no se usaban guantes de cabritilla, sino de seda; pero se consideraba como falta de educación presentar la mano enguantada a una señora.
Los taitas y solterones usaban casaca de punta de diamante, prenda de vestido que servia por lo general para tres o cuatro generaciones. Indistintamente llevaban gruesa cadena de oro, o dos pendientes que terminaban en sellos sostenidos en el bolsillo del chaleco por un enorme reloj. las siete de la noche empezaban a llegar los invitados. Si entre éstos iba una familia, se componia del siguiente personal: padre, madre, hijas, niños, el perro calungo y las sirvientas que conducian el farol, los abrigos y la llave de la casa, llave que por sus dimensiones podia servir de arma FALCÓ BORRASE, Editores SAN JOSÉ, Costa Rica 1917 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.