EOS 175 EOS 174 gicos o episodios de la historia de Hernán Cortés, el descubrimiento del Nuevo Mundo, etc. etc. La araña de cristal suspendida del cielo raso era un lujo que pocos gastaban. Hablamos de la generalidad de las casas, porque, en puridad de verdad, habia excepciones; pero las tales cargaban con la responsabilidad, no solidaria, de pagar con las consecuencias de la especialidad que usaban, como más adelante diremos.
En la época a que nos referimos, todo sarao, baile o tertulia, tenia lo mismo que en las comedias, tres partes que podemos calificar así: Preparativos, Ejecución, y Consecuencias.
El cumpleaños de un miembro de familia, un matrimonio, o el bautizo de un niño, se celebraban oficialmente, según las proporciones de cada cual, con una fiesta comprendida dentro de algunas de las clases enunciadas, esto sin contar las constantes reuniones de confianza, o dias de recibo, que se celebraban cada semana en las casas de familia que tenian en su seno muchachas festivas y espirituales. Entonces no habia garitos, ni en las botillerias se vendía brandy o ajenjos (bebidas que se creian buenas solamente para el gaznate de los ingleses. pero en cambio nuestros jóvenes pasaban las noches en diversiones honestas, gozaban de inalterable salud, y contraian hábitos de cultura y gentileza que hicieron del cachaco bogotano un tipo encantador.
Fijado el dia para la fiesta, se enviaba con la vieja sirvienta un recado concebido poco más o menos en los términos siguientes. Recado manda a su mercé mi seña Mercedes y mi amo Pedro: que el dia de su santo los esperan por la noche con las niñas y niños, sin falta. Que le mande su mercé los canapés, las sillas, los candeleros, los floreros de la sala (a cada familia se le pedia lo que hacia falta, pues por lo regular nadie tenía más de lo estrictamente necesario. Que aqui vendrá mi amo Pedro a convidarlos, y que manden las niñas para que les ayuden. Si el baile tenia mayores proporciones de las ordinarias, la ciudad tomaba el aspecto de un hormiguero cuyo hogar era la casa de la fiesta, adonde convergian por distintas direcciones todos los muebles, servicios de loza y vajillas de plata de piña de los invitados.
Téngase en cuenta que hasta el año de 1862 la ciudad era un pueblo grande, y que la gente acomodada no se aventuraba a vivir fuera del perimetro comprendido dentro de los ex rios San Francisco y San Agustin, La Candelaria y el puente de San Victorino, salvo contadas excepciones.
Las piezas de la casa que daban al frente de la calle, lo mismo que hoy, se arreglaban para bailar; el corredor principal se cubría con percalina para evitar el frio, porque los cristales no estaban al alcance de todos los santafereños. Las alcobas de la casa se preparaban convenientemente, y en las camas, de estilo inglés con colgaduras de damasco, se exhibian los tendidos, que eran colchas de seda de la India, u otras, bordadas por las niñas en la escuela, y almohadas adornadas con encajes de bolillo y tumbadillo. Sobre una cómoda de caoba lucía el Crucifijo, hecho en Quito, acompañado de alguna imagen de la Virgen y de las efigies de los Santos de la devoción de la familia.
El comedor se ocupaba con una sola mesa en que campaban las exquisitas colaciones y dulces hechos en la casa, manibus angelorum, pues se consideraba como una profanación del hogar hacer uso de alimentos preparados fuera de él, y con mayor razón en tales circunstancias.
En materia de flores, preciso es confesarlo, era muy reducido el número de las que se conocian, porque ni aun se sospechaba entonces la inmensa riqueza y variedad de la flora colombiana: las rosas de Castilla, que hoy sólo se usan para hacer colirios, los claveles sencillos y las clavellinas, las amapolas, espuelas de galan sencillo, pajaritos, flor de ruro, varitas de San José (parásitas de Guadalupe. azucenas blancas, y algunas pocas especies más, constituían el elemento principal de un adorno que hoy alcanza proporclones gigantescas.
Entonces se creía que para calmar la agitación que produce el baile debian tomarse bebidas frescas: como Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.