I 18 EOS EOS 119 nocidas. Se le puede cultivar en líquidos, ni más ni menos que se cultiva la remolacha o el trigo o la avena en los campos. Sembrad de este germen solo un caldo de cultivo, y obtendréis una cosecha abundante de ese germen y solamente de ese germenHoy poseemos en los laboratorios las causas de todas (o casi todas) las enfermedades: las tenemos encerradas en frascos de vidrio, inofensivas mientras las dejemos dormir en nuestros escaparates, terriblemente ofensivas cuando las inyectamos en animales para estudiar sus efectos.
Lo repito porque esto no puede ser demasiado repetido. tan magnífica conquista de la ciencia es debida a Pasteur, y únicamente a Pasteur. Claro, no es él quien ha descubierto todos los microbios de todas las enfermedades; pero lo glorioso y esencial era descubrir la ley fundamental de la patología: que la causa de las enfermedades es el parasitismo, y, por consiguiente, determinar el primer microbio agente de una primer enfermedad. He ahí la invención. He ahí la gloria!
El papel de Pasteur en la cirugía no es menor que su ministerio en medicina. Antes de Pasteur, la cirugia era bastante pobremente empírica. Después de Pasteur, se ha convertido en una verdadera ciencia, tan impecable como las más seguras entre las ciencias humanas.
Es forzoso, indudablemente, asociar al nombre de Pasteur el de Joseph Lister. Pero, según el mismo Lister se complacía en decirlo, fué Pasteur quien lo puso en la buena vía: a Pasteur debe Lister el haber descubierto la antisepsia.
Aquí también, se trata de hechos e ideas que se han vuelto de una trivialidad tal que casi da vergüenza hablar de ellos. Pero hablaré sin embargo, porque hoy, en 1916, por sorprendente inconsecuencia, olvidamos lo que era la cirugía de 1872. En 1872 no se sabía que el aire puede inficionar una herida; no se sabía que se debe operar con instrumentos esterilizados, no se sabía que hay por todas partes, en todas las hilas, en las esponjas, en las vendas, en las manos, en los escalpelos, gérmenes malhechores que el calor puede destruir; no se sabía que la fiebre puerperal es debida a un microbio, que el tétano es debido a un microbio, que la infección purulenta es debida a un microbio, que la erisipela es debida a un microbio; no se sabía que una herida no contaminada llega siempre y necesariamente a la curación, en tanto que una herida contagiada expone a feísimas enfermedades, lo más común mortales. No se sabía nada de eso. No se sabía, pues, nada de cirugía. adivináis la consecuencia de esta ignorancia: en manos de los cirujanos, morían a millares los heridos y los operados. En vano eran invocados los Dioses para preguntar por qué era tan cruel la mortalidad de las paridas y por qué no se salvaban los amputados.
Se recurría a las hipótesis más extrañas y se publicaban los libros más inútiles. Nada se había comprendido, y la muerte, sin turbarse, hacia sus estragos.
Para daros una idea de los beneficios maravillosos que el genio de Pasteur ha derramado en el mundo, tomaré un ejemplo de mucha actualidad.
En esta guerra abominable, la más terrible que la humanidad haya sufrido, en esta guerra atroz, sanEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.