116 EOS EOS 117 dades, lo que es sin duda la parte esencial de la medicina.
Una vieja leyenda bíblica cuenta que a veces el Angel exterminador pasa por una población y señala con el dedo sin más regla que la propia fantasía las casas en que hombres o niños deben morir. Antes de Pasteur, casi no sabían más los médicos. No habían concebido la enfermedad bajo la forma simple que de puro familiar ya nos parece infantil de la invasión del organismo por un parásito.
Las más grandes y fecundas verdades pueden resumirse en una corta frase. Hace un momento, os decia, resumiendo y sintetizando la obra de Lavoisier: la vida es una llama. Para condensar en una palabra la obra de Pasteur, os dire. La medicina es el parasitismo. Si un elemento extraño no se introduce en nuestros tejidos o en nuestros humores, no hay enfermedad: ni tuberculosis, ni cáncer, ni cólera, ni fiebre puerperal, ni erisipela, ni neumonía, ni escarlatina, ni tifoidea.
Las plantas viven sanas y vigorosas cuando no son infestadas por parásitos; los animales prosperan y llegan a la extrema vejez mientras un microbio no les traiga desolación y ruina.
Aunque no quiera abusar de vuestra indulgente atención, debo no obstante indicaros la serie de experimentos para siempre memorables mediante los cuales llegó Pasteur a su atrevida generalización. Es uno de los más bellos ejemplos de sagacidad y perseverancia en la investigación, y al mismo tiempo uno de los más fecundos beneficios dados por la ciencia a los hombres.
Ante todo, Pasteur demuestra que hay gérmeneses decir, microscópicas semillas esporos en los aires, en las aguas, en el suelo, en la superficie de todos los objetos, en todas partes, esparcidos en legiones invisibles e incontables; y que estos gérmenes están listos a desarrollarse y multiplicarse con una rapidez extrema e indefinidamente en tanto encuentren un medio nutritivo adecuado.
Estos esporos son la causa inmediata de todas las fermentaciones y putrefacciones de los líquidos o sustancias orgánicas. La leche, la sangre, la orina, los músculos permanecen inalterados mientras no se introduzca un germen extranjero. Apenas penetra un parásito y se desarrolla y multiplica, se manifiestan la acción química y la alteración orgánica. Tal es el primer punto fundamental establecido por Pasteur.
Pero pronto fué más lejos.
Estudiando las enfermedades de los gusanos de seda, ha visto que los capullos enfermos contenían un parásito. Después, estudiando el carbunclo, ha visto que era también una enfermedad debida a un microbio, un bacilo. Cultivando este bacilo, esto es, colocándolo en un medio nutricio, millares de millares de esos pequeños seres son producidos; y si se inyecta a un animal sano ese líquido rico en microbios, se determina en él la enfermedad del carbunclo. Asi, la enfermedad carbuncosa, en vez de ser debida a los caprichos de un Angel exterminador, es debida y únicamente a la infección por el parásito.
Veis desde luego el prodigioso progreso que este descubrimiento ha causado en la medicina, La enfermedad, la fuerza oculta e inaccesible, se ha convertido en algo preciso: en un pequeño ser vivo, cuyas forma, costumbres y reacciones pueden ser coEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.