Anarchism

114 EOS EOS 115 quimica. todo se aclara de golpe: queda abierto el camino para todas las investigaciones.
No hay duda, ha habido en el gran siglo xix fisiólogos ilustres: Spallanzani (italiano. Helmholtz, Liebig (alemanes. CLAUDIO BERNARD y Marey, mis dos venerados maestros. Pero, en fin de cuentas, todos ellos son discípulos de Lavoisier, al igual de los químicos que le han sucedido: Gay Lussac, Dalton (inglés. Dumas, Berzelius (suěco. Wohler (alemán)
Deville, Würtz, Berthelot. propósito de esto, permitid que os haga una observación. Seducidos por la multiplicidad y el brillo de los descubrimientos verificados diariamente en los dominios científicos, no sabemos ya dar a los creadores el puesto preponderante a que tienen derecho. Se ha celebrado con razón la potencia organizadora, la investigación emprendida en común, guiada por maestros experimentados y que conduce a felices resultados de detalle, gracias a una abundante y anónima colaboración.
Sin embargo, yo no creo que este asiduo y metódico trabajo sea la cualidad esencial del sabio. No dudo que convenga ser un profesor distinguido, enseñar claramente las verdades conocidas y dirigir con cuidado un laboratorio al cual asisten discípulos estudiosos. Pero tales virtudes, por preciosas que sean, están en segunda fila para el científico de genio que ante todo debe ser inventor. El genio es conquistador, cantina adelante, con su luz; el profesor va detrás, en el surco trazado por el inventor. He ahí por qué Lavoisier, el gran inventor de la química y de la fisiologia, merece ser considerado como una de las más altas glorias de la humanidad.
No digo que todo sabio deba tener la extraordinaria pretensión de ser tan grande como Lavoisier o Descartes; sino que al menos procure desarrollar su personalidad el espíritu de invención, sin preocuparse demasiado de esa organización tan encomiada por un célebre químico contemporáneo. ahora os recordaré el consejo que uno de los más grandes poetas de vuestro país daba a Peer Gynt, por boca de no sé cual mago. Va errando en las tinieblas Peer Gynt, a derecha, a izquierda, hacia adelante, hacia atrás, y por todos lados oye una misma voz que le grita ¡Sé tú mismo! Sí, hay que ser uno mismo para ser verdadero sabio. Precisa saber ser revolucionario, es decir enfrentarse a las teorías clásicas, dudar de todo, atreverse a discutirlo todo y a profundizarlo todo.
Si Lavoisier fué un gran innovador, Pasteur, en el siglo xix, lo fué aún más.
Si la química no existía antes de Lavoisier, menos existía la medicina antes de Pasteur. sin embargo innumerables obras habían sido escritas antes de Pasteur. Este vasto salón no podría contener todos los libros de medicina, en todas las lenguas, impresos en todos los países desde comienzos del siglo xvi hasta el año 1872. Pero, a riesgo de pasar por un anarquista criminal, diré de buen grado que todo ese inmenso montón significaba poca cosa.
Tal vez eran descritas con precisión las enfermedades y enumerados en justo orden los síntomas de la peste, de la tisisde la neumonía, de la tifoidea; pero se ignoraba, y completamente, la causa de las enfermeEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.