IOO EOS con sudores de sangre desmayarse en el Huerto, más que verse expirante, el costado entreabierto y ceñido de espinas, al clamar angustiado: Señor, Señor, por que me habéis desamparado?
Queda en éxtasis luego, su garganta se anuda y su vista se clava en la imagen desnuda de Jesús ly, de pronto, se desploma en su asiento.
y se escuchan de nuevo los gemidos del viento.
La sonrisa de Francia El viajero idealista a partir se prepara; el anciano, del joven con pesar se separa y se dan un abrazo. la luz indecisa del alba que asomaba su graciosa sonrisa, no observaron que el Cristo, desprendiendo una mano, dulcemente bendijo al francés y al germano.
JOSÈ ALFARO COOPER Con un placer y un orgullo que no alcanzo a decir, veo conmigo, del lado de Francia, a todos los maestros que me quedan de los antiguos Instituto Nacional y Colegio Central: el Dr. Ferraz, don Manuel Veiga, don Carlos Gagini, don Alberto Brenes, don José Alfaro.
Amo con predilección en Francia a la que tan profundamente admiro en mil otros conceptos su dulce sonrisa femenina con la cual, alada y grácil, pasa al través de la Historia por el sendero de los siglos como una nueva diosa eterna en la que a la fortaleza y el esplendor de Atenea se hubiese unido, por merced olímpica, el suave y delicado hechizo de aquella maga de encantos sutiles que se llamó Helena, suprema belleza del mundo griego.
Amo esa sonrisa de claro fulgor que ha iluminado siempre su sereno rostro en todas las edades de su gloriosa existencia y que en haces de luz reverberante se refleja desde los viejos tiempos en el espíritu del universo, para reavivarlo a toda hora con destellos de inmortal esperanza.
Sonrisætal que sabe santificar el triunfo con bálsamos de divina benevolencia; que como soplo de milagro cierra a su conjuro las peores heridas del infortunio y borra con el poder de su gracia el ceño fiero y el hosco rictus en las enjutas máscaras de la tragedia; que se mece como una flor blanca en talle erguido, así en las horridas noches de la muerte tinta en sangre, como al amor de los céfiros en el amanecer de primaELÍAS JIMÉNEZ ROJAS Tenemos a la disposición de los lectores TODOS los números de EOS, desde el primer cuaderno.
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