82 EOS EOS 83 nas de la civilización actual, con el bronce y con el oro de la antigua. De esa ebullición irresistible salieron los ideales contemporáneos. Debemos hacer con el Derecho Público de Europa, decía un constituyente, como Lutero con los libros canónigos: echarlos al fuego!
RAMÓN ZELAYA IEMPRE que evoco tu nombre, Francia, vienen a mi mente y aun se agolpan a mis labios los epinicios que cantan tus glorias, celebran tús virtudes, declaran mi admiración por tí y mi fe y esperanza en tí, como salvadora del derecho, como sostén de la dig.
nidad humana, como creadora de hombres libres, como faro de la Ciencia, como espejo del Arte. pero mi saludo más frecuente para tí patria de las almas generosas y libres es una flor de aquel ramillete que el corazón piadoso y el alma llena de fe ofrecen a la más hermosa, pura y santa de las criaturas. Madre admirable!
Madre admirable en tus grandes dolores, en la espantosa lucha que ha arrebatado a tus gallardos hijos, y desolado tus campos, y convertido en ruinas humeantes tus palacios y templos y reducido a escombros tus ciudades y aldeas.
Madre admirable que en la prolongada tragedia no has perdido ni un momento la fe en tu fuerza, en tu đestino altísimo, en tu victoria de luz sobre tan den sas tinieblas.
Madre admirable que en los tormentosos días, en los días de desolación, no has lanzado la queja amarga ni el ay desgarrador que pudieran llevar el desaliento al corazón de tus heroicos defensores.
Madre admirable, toda bondad y amor, que das a tus hijos que son todos los humanos con la gracia de tu sonrisa, los tesoros de tu cultura, la admirable labor de tus sabios y de tus artistas, las maravillas de la palabra, del color, de la línea, de la forma, del ritmo.
Madre admirable que sabes encender en el corazón de tus hijos la fe en su naturaleza perfectible, y con ella, los sentimientos altruístas, la conciencia de su dignidad y el ideal luminoso y excelso.
Madre admirable, madre fuerte, debeladora de los proyectos de conquistas brutales y de inquisiciones tenebrosas.
Madre admirable que tuviste poder y prestigio para aventar y desvanecer el espantoso fantasma del derecho de la fuerza, paradoja infame, negación grosera del Derecho.
Madre admirable en cuya historia bastarían estas palabras de luz: El Marne, Verdun, para cimentar una gloria inmortal y para dar a la humanidad honor y prestigio.
Madre admirable, en este día, te saludo con la unción más pura, con la admiración más solemne. Madre admirable! QUESADA DULCE Francia!
Puesto a hacer el elogio de esa nación, me siento como invadido por un terror sagrado, viéndola frente a mí, grande como es y bella, con el gesto sereno de sus antiguos héroes, olvidada hoy acaso, de los lindos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.