France

72 FOS EOS 73 me vuelvo cada vez que mi alma medita en lo Bello y en lo Noble.
No quiero que la visión de la Francia dolorida y sangrienta, asome entre mis líneas. Quédese para otros comentar tristeza tánta, que en mí, a fuerza de ser intensa se hace inefable. Por qué no revivir en la memoria, la Francia de mejores días. Por qué no descansar un momento a los pies de alguno de sus pastores de ensueños?
En mi interior se levanta una cabeza de líneas vigorosas que me mira con sus ojos místicos y escrutadores y me sonríe con su sonrisa bondadosa.
Es la cabeza de Renán, del pensador honrado, que alumbrándose con su corazón, se internó valientemente en el mundo de fantasías con que el hombre cristiano pobló nuestro planeta, para buscar la verdad que encerraban. sus labios se mueven y me hablan. Pero su decir, quizá porque se dirige a una mujer, no tiene la lógica que usó en sus investigaciones. El sabe que las mujeres no gustamos de la lógica sino de lo maravilloso, que tenemos miedo a la filosotia como los niños a lo oscuro y que a todos los pensamientos preferimos el del amor, porque lo comprendemos sin dificultad.
Así pues, Renán no me habla de sus dudas en San Sulpicio, ni de sus correrías por el Monte Líbano y por las riberas del Jordán. Tampoco me dice nada sobre Jesús o los Apóstoles ni hace comentarios sobre los Libros revelados. Narra con su sencillez clásica cosas de su Bretaña, romántica «poblada por una raza inepta para la industria y el comercio. por una raza que ha dado tantos locos inofensivos y melancólicos. Nosotros no haremos un Partenón, pues que nos falta el mármol, pero sabemos tomar a manos llenas el corazón y el alma; hay puñaladas que sólo nosotros conocemos; hundimos las manos en las entrañas del hombre y como las brujas de Macbeth, las retiramos llenas de secretos del infinito. La gran profundidad de nuestro arte está en saber hacer de nuestra enfermedad una seducción. Esta raza tiene en el corazón una eterna fuente de locura. El «reino de lo maravilloso. lo más bello que hay en la tierra, es su dominio. Sola mente ella sabe ejecutar las extrañas condiciones que el hada Glorianda impone a quien desee entrar allí. El cuerno que no resuena sino al ser tocado por labios puros, la vasija mágica que no se llena sino para el amante fiel, no pertenecen en verdad más que a nosotros.
Me cuenta también de su niñez a la sombra de la antigua catedral de Tréguier poblada de santos con ingenuas y encantadoras leyendas, y de sepulcros de grandes caballeros y de grandes damas; de aquella iglesia de San Miguel a la que se llevaba a los niños el Jueves Santo a que viesen con los ojos vendados el vuelo que hacia Roma emprendían las campanas vestidas de encajes, para que las bendijese el papa; de su hermana Enriqueta cuyo ideal vera una vida laboriosa, oscura, rodeada de afecciones y quien sin embargo dejó los suyos y vivió diez años en la Polonia, entre extraños, para que a él no le faltase con qué realizar la educación que deseaba. esta hermana sacrificó Renán el sentimiento de iroEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.