EOS EOS Mas el paso tened: la amarillenta, La Muerta Mar por el Oriente asoma. Ni las aguas agitan, Ni los peces habitan El turbio, inmundo seno De aquel lago fatal, mar de veneno; si un ave atrevida Sobre él las alas tiende, Párase, vuelve atrás, desvanecida, En revuelta espiral rauda desciende en el callado mar flota sin vida.
Dice La Samaritana: Bajo el frondoso toldo Que el manantial sombrea, Por el calor rendido Un hombre contemple; Semblante como el suyo Jamás se vió en Judea; Miréle sorprendida a mi pesar temblé.
Cuando lanzando el sol destellos rojos Se sepulta en el mar, de su morada Vedla salir: de fuego son sus ojos, es su boca la flor de la granada, La túnica azulada Con áureo cinturón va recogida, Con sandalia oprimida Sujeta su pie breve, Lascivo prisionero, Nitido como el ampo de la nieve; Blanco velo ligero Más señala que encubre los hechizos de su turgente pecho levantado, ondula por la espalda el destrenzado Cabello en luengos vaporosos rizos.
Abreviemos las citas para no hacer demasiado larga esta noticia.
Creyeron ver mis ojos, Mirando su belleza, De la celeste cumbre Purísimo querub, que encendido el aire, Ornaba su cabeza Esplendoroso disco De diamantina luz.
De La Mujer Adultera, sólo este cuadrito: Todos para animarse se miraron, todos sin alento enmudecieron, Sus cejas se enarcaron, Las piedras de sus manos se cayeron, en confuso tropel desaparecieron.
De La hija de Jairo, dos estrofas nada más: Un ósculo de suave de hermanal ternura Dió el ángel de la altura En mi turbada sien, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.