348 EOS EOS 349 Los campos lucian la galanura del hojoso verdor del lloraba silenciosamente, sosteniendo al niño, que sonreía.
verano; y las margaritas invadian vivaces los caminos; y Pasado un rato, se levantó, manifestando en sus ojos aunque aplastadas a trechos por el ir y venir de las tropas un dolor indecible, y en la alzada frente una orgullosa y los bagajes de guerra, empeñábanse todavía en alzarse satisfacción.
nuevamente hacia el azul del cielo, cual si protestaran del Los militares se cuadraron reverentes, rindiendo pleitesia exterminio del hombre.
a la majestad de mujer que pasaba. Rojas amapolas florecian por doquier, y semejando cuajarones sangrientos, evocaban el espectro de la guerra, entristeciendo el festival de la naturaleza. Después de la enfermedad que tuvo a raiz de la muerte Cuando un oficial o soldado, detenia el automóvil en que del Capitán, la Duquesita se fué a pasar la convalescencia viajaba la Duquesita, cumpliendo un mandato militar, a un pueblecillo costeño.
enterneciase al ver a esa madre, amamantando a su hijo, Iba para un año que residia allí, cuando un día le transitar por los caminos cubiertos de tropas, por ir a preanunciaron al Coronel del mismo regimiento a que persentárselo al padre. Al mostrar entonces el pase especial teneció su amante.
que la autorizaba a viajar por aquella zona, la dejaban Lo hizo conducir a la sala.
continuar su ruta.
Por los periódicos supe que fué herido, Coronel le Al llegar al campamento a que se dirigia, se dio a conodijo ella ¿Se encuentra usted ya bien?
cer al jefe, enseñándole el despacho que la daba permiso. Si, señora! Pero antes de incorporarme de nuevo a para permanecer unos dias alli. Pregunto por el Capitán, y mi regimiento, he querido visitarla.
la dijeron que se hallaba combatiendo a pocas leguas de Los dos guardaron silencio, pensando a un tiempo aquel sitio.
mismo en el muerto.
Oyendo el incesante cañoneo, que hacia retemblar la Luego, ella suspiro.
tierra, y el estallido de las bombas, espero, angustiada. Sufre usted. la preguntó el Coronel.
Al atardecer llegó un convoy de heridos; de entre éstos. He sufrido; mas ahora sólo siento una resignada mesacaron al Capitán y lo trasladaron espirante a su tienda.
lancolia.
Oficiales y soldados se agruparon en torno del que moria. el niño. estará muy crecido?
por recuperar la bandera de manos del enemigo. Ya empieza a andar. dijo, ufana, la madre. Venga La joven se lanzó con su niñito en brazos hacia la usted y lo verá.
camilla de su amante. llevó al oficial a una ventana que daba al asoleado ¡La bandera. exclamó el herido.
huerto de la casa.
Alguien trajo una y la puso al pecho del agonizante, Bajo un emparrado, el nene, rebosando salud, procuracubriendo a medias con ella a la madre y al hijo.
ba mantenerse de pie; y el Duque, de espalda a la ven¡La mujer. el hijo. musitó el moribundo, y espiró.
tana que ocupaban el Coronel y la joven, y a pocos pasos Nadie supo si al hablar de la bandera el extinto, lo del niñito, lo incitaba a andar, mostrándole una pequeña hizo imaginando hallarse aún defendiendola del que lo bandera.
hirió, o si fué el delirio de la muerte que lo impulsó a El chiquito, atraido por los colores nacionales, se resolvió invocarla junto con la mujer y el niño. Acaso reconoció a la madre y presintió a su hijo, en alta voz ligándolos por último a intentar la hazaña de conquistarlos: tambaleándose se dirigió adonde estaba el Duque; tres pasos con unisono sentimiento a la insignia patria. La joven, arrodillada al borde de la camilla mortuoria, INTERESANTE material el próximo número Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.