342 EOS EOS 343 Concluida la cena, la joven, pretextando estar indispuesta, se retiró a su alcoba; y sin aguardar a su doncella para el tocado de la noche, comenzó a soltarse el cabello frente a una consola. Atrajo su atención una carta que estaba en ella, dirigida a su nombre. Con mano languida por la tristeza, abrió la carta; era de pésima ortografia; firmábala su doncella. Extrañada, empezó a leerla; a medida que leía, su pecho se agitaba anhelosamente, llenándosele los ojos de lágrimas. Mi querida Señorita: Perdóneme que abandone su casa. Tengo que ir a reunirme con mi novio; un pobre recluta de los que salen a campaña. En mi pena, no sabiendo qué hacer, me doy a él, para demostrarle lo mucho que lo quiero. No me atreveré a volver a su servicio, conociendo la severidad del señor Duque. Capaz seria de arrojarme de su casa al saber lo que he hecho!
La Duquesita se quedó mirando la carta, como buscando en ella la clave de lo que debía hacer.
En su alma se libraba una lucha de sentimientos encontrados. Recordaba las palabras de su novio, al respecto de que, si moria en el combate, seria con el pesar de no haberla hecho suya.
Intermitente temblor agitó su cuerpo, y ruborosa conmoción enrojeció sus mejillas. Cerro los ojos meditativamente. Después los abrio, brillábale en la mirada una inquebrantable resolución.
Su doncella le daba el ejemplo. Que aquella no tenia consideraciones sociales que guardar, y ella si? Acaso en los conflictos del amor, el dolor y la muerte, pueden tenerse en cuenta leyes convencionales? Esa muchacha del pueblo era tan pura como ella, y la suprema razón del sentimiento igualábalas de mujer a mujer, haciendo caso omiso del rango nobiliario.
Cuando la congoja domina a una sociedad, sus reglamentos se relajan, palpándose entonces que éstos carecen de la virtud y autoridad que se les supone para impedir que lo esencial de la naturaleza humana prevalezca sobre lo instituido socialmente.
Iria al alojamiento del Capitán para endulzarle con su presencia las horas precursoras del combate.
Sin pensarlo más, se puso un sombrero, y salió, dirigiéndose a la habitación de su amado. Al llegar alli, solicitó ostensiblemente ver al capitán. El asistente la anunció.
Salió a recibirla el oficial, asombrado.
Cuando estuvieron solos, la dijo con perplejidad. Por qué has venido. No me lo reproches. respondió ella. He venido por un impulso más fuerte que toda otra consideración a hacerte compania en la hora de la partida. No puedo consentirlo; seria abusar de tu irreflección momentánea!
La Duquesita miró al rededor de la pieza, diciéndole en tono de piedad adolorida. Imagino que has de sentirte aqui esta noche muy solo y triste. Oh! si. exclamó a pesar suyo el joven pasándose las manos temblorosas por su enardecida frente. En seguida la dijo con dulzura. Vete, amor mío!
Ella se dirigió a la puerta, enrojeciendo.
Pero él la detuvo suplicante. Aguarda un momento; me parece que tu presencia da a mi solitaria estancia calor y animación, y que contigo traes la victoria, la vida y la felicidad. Ella lo miro hasta lo intimo del alma; luego, dijo con seriedad. Compréndeme; vengo a ti como patriota, como amante y por un algo de ternura maternal, cuando vas a exponer tu vida por la Patria. No eres ya sólo para mi el novio, sino también el defensor de mi país, el héroe, y el necesitado de un regazo afectuoso en la hora angustiosa que precede al peligro. No es impudor ni fragilidad mujeril, lo que me echa en tus brazos, sino necesidad sagrada de absoluta comunión contigo, nacida a causa de la misma sinceridad de mi dolor. En el drama interno de dos enamorados que van a separarse, temerosos de no volverse a ver, amor arrastra al mutuo abandono, por ansia absorbente de seguir en la ausencia, eternamente, unidos por lo indestructible.
El la contemplaba enajenado; sin embargo, la dijo. Me colocas en duro trance; la caballerosidad ordename respetarte cuando el corazón anhela poseerte. Qué diria el Duque!
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.