328 EOS EOS 329 la gloria del pensamiento latino y del latino poder.
Sobre las balaustradas de la plaza, los trofeos de Mario.
Más allá, la estatua de Rienzi, del «último tribuno. diseñando su ademán oratorio sobre los jardines donde juegan en bandadas los niños. me acerqué a la jaula de la loba que mantiene, allí donde fué la madriguera de Rómulo, el símbolo de la tradición inmensa en tiempo y en gloria; y la ví revolviéndose impaciente entre los hierros que la estrechan. me parecía como si en su presagiosa inquietud, la nodriza de la raza mirase adonde el sol se pone y buscara, de ese lado del mundo, nueva libertad y nuevo espacio.
JOSÉ ENRIQUE RODÓ Fenecido en Roma en el mes de Mayo último.
Otro sentimiento despierta dentro del corazón americano la influencia de Europa, y es la profunda fe en nuestros destinos, el orgullo criollo, la tonificante energia de nuestra corciencia social. Despierta este sentimiento porque la comparación con la obra de los siglos, si en muchísimas cosas certifica la natural inferioridad de nuestra infancia, da su justo valor al esfuerzo que ha permitido levantar del suelo generoso, entre las convulsiones y las fiebres de nuestra formación política, ciudades como Buenos Aires, como Santiago, como Montevideo. Lo despierta, además, porque en esta tierra de Europa la historia habla en cada palmo con palabras de piedra, evocadoras de recuerdos y ejemplos infinitos, y las palabras de la historia son la mejor excusación de nuestras inexperiencias y de nuestros errores; el más palmario testimonio del fondo «humano» de nuestros devaneos; la más reparadora explicación de las turbulencias juveniles que vanas filosofías atribuyeran a incapacidades del medio o de la raza. despierta, finalmente, aquel sentimiento porque los tesoros y prodigios de esta civilización creadora, en arte, en ciencia, en ideas sociales, estimulan y engrandecen el anhelo de nuestro porvenir, supuesto que la fuerza virtual existe con la heredada energía y sólo falta el seguro auxilio del tiempo.
Esto pensaba al subir las gradas del Capitolio, cuna y altar de la latina estirpe. El sol de una suavisima tarde doraba aquellas piedras sagradas y aquellos árboles que dicen la mansedumbre y la gracia de esta naturaleza. La guerrera imagen de Roma presidía, allá en el fondo, con gesto maternal y augusto. El soberbio Marco Aurelio de bronce evocaba, en una sola imagen, ANTIGUAS SUFRAGUISTAS Terencio demostró una vez más cómo pierde la mujer sus virtudes cuando se adscribe a una facción cualquiera y entra en los torbellinos de la política y la guerra.
Muchas mujeres pertenecieron a la facción de Catalina; todas aquellas que se habían precipitado en el vicio. Las matronas faltas de hermosura juvenil y constreñidas a ganarse amantes por dinero, las muy a la moda y lujosas que gastaron en cosméticos sus fortunas, las de vida libre y reputación mala tocando en la prostitución, constituyeron junto a la torpe legión de aviesos demagogos otra legión femenil no menos disipada. CASTELAR Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.