308 EOS EOS 309 que el patriotismo considera un deber olvidar y obscurecer. Tanto los estoicos como los cristianos aceptaron en principio la fraternidad de los hombres, pero hasta donde alcanzan mis conocimientos jamás consiguió esta doctrina evitar una guerra seglar o religiosa; y tan sólo en los últimos tiempos dos o tres sectas cristianas, acerbamente perseguidas y anatematizadas por la mayoría de los adeptos a esta religión, los anabaptistas, los suaves socinianos, y sobre todo, los cuáqueros, se declararon en principio en contra del instinto batallador.
Cuando Voltaire visitó Inglaterra en 1726 se mostró encantado con las sencillas creencias de los cuáqueros y especialmente con su actitud contraria a la guerra.
Sus «Cartas sobre los ingleses. publicadas inmediatamente después de su regreso a Francia, dieron a. conocer a sus lectores la Sociedad de los Amigos y sus doctrinas pacifistas. Me inclino a pensar que el antimilitarismo, como sentimiento definido y en via de progreso, data verdaderamente de aquel momento.
Así, no ha alentado aún dos siglos para poner en práctica sus planes y expedientes con el objeto de contrabalancear la innata belicosidad del hombre. Los filósofos franceses del siglo dieciocho se jactaban a menudo de ser ciudadanos del mundo. Elogiaban las instituciones inglesas, persas o chinas como superiores a las de su propia patria. Su influencia extendióse a otros pueblos europeos. Voltaire fué invitado a Berlín, y debe hoy llenar de sentimiento a los modernos patriotas alemanes recordar que las obras de su monarca más eminente están completamente escritas en francés.
Catalina de Rusia manifestó igual decisión que Federico el Grande para hacer suyas las doctrinas francesas.
El desenvolvimiento del espíritu nacional a principios del siglo diecinueve sirvió para eclipsar por cierto tiempo las teóricas tendencias cosmopolitas de la décimoctava centuria. Mas el progreso de los descubrimientos en mecánica procuró rápidamente nuevos argumentos contra el aislamiento de tribu, acercando a todo el mundo por medio de ferrocarriles, líneas de vapores y telégrafos. Esto, a su vez, produjo una suma sin precedente de cooperación y confianza mutua entre los pueblos, estableciéndose una vasta red de relaciones comerciales y financieras que abrazó todos los países civilizados e incivilizados. Este proceso está admirablemente ilustrado por un escritor moderno que ha compilado listas de congresos internacionales, de conferencias y asociaciones. Todo esto se organizó con el objeto de estudiar asuntos que se juzgaban de importancia internacional, como la esclavitud, la moneda, el servicio postal, derecho de imprenta, comercio de opio, pieles de foca, norma del tiempo, corridas de toros, canto gregoriano y mapas del mundo. Conferencias particulares se celebraron también por los interesados en el comercio de cereales, sombreros, zapatos, imprentas, fábrica de vidrios, jardines alpinos, cuadros indecentes y defensa contra el granizo. Intelectuales. sacerdotes abstinentes, taquígrafos, feministas, contrarios a la vivisección, teosofistas y criadores de pichones, todos encontraron que sus necesidades mutuas de solaz y de labor traspasaban las fronteras de su país respectivo. Estos congresos y conferencias rara vez se celebraron antes de 1870. Su frecuencia cada vez mayor desde principios del siglo actual es quizá la mejor Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.