278 EOS EOS 279 tinúa imperando en la conciencia individual y en la de todos los pueblos civilizados de la tierra. No pretendi levantar ningún «edificio lógico. tomando exclusivamente por base una cuestión no resuelta. Me limité a mostrar, como prueba de la vitalidad del principio que se daba por muerto, las construcciones que se han levantado y se sustentan en el mundo sobre ese mismo principio. luego, metiendo mi hoz en mies ajena, ipecador de mí! agregué: Los sabios no son la ciencia. Los sistemas inventados por ellos reinan y pasan como las modas de París. Queda de esos sistemas el átomo de verdad que contengan, si alguno contienen. pero no hablé de ciencia espiritualista o materialista, de ciencia atea, de sistemas científicos.
Conociendo mi inanidad en todo, busqué, para apoyar mi concepto, la autoridad de un crítico de ideas, que a su vez se apoya en la sabiduría de Bergson, de Quinton y de Dastre. Publicado ya mi escrito, descubrí, hojeando a Eos, que el concepto en cuestión no era de mi cosecha. En el 30, página 174, Discurso de Bergson, dice. Durante mucho tiempo, es cierto, fué el filósofo un hombre que para todo tenía respuesta, que asentaba unos principios simples, y deducia de ellos la explicación de lo real y de lo posible. Asi construia un sistema, de hermosa arquitectura acaso, pero necesariamente frágil. Venia luego otro filósofo, quien, con otros principios, labraba un nuevo edificio sobre las ruinas del primero. Parece, pues, claro que el concepto del autor de Idola Fori y el de Bergson son idénticos al que yo expresé; pero el prudente crítico lo veló en parte con formas dubitativas o condicionales, el sabio Bergson lo vistió con la suavidad y cortesía de su lengua, y yo, en la rapidez y desaliño de una improvisación impuesta por el tiempo, lo eché a la calle cuasi desnudo, como hijo de un hombre que ignora hasta la técnica del arte de escribir. Oh el átomo despreciable. Busco en mi escrito la frase o una equivalente, y no la hallo. Yo, dije. Queda de esos sistemas el átomo de verdad que contengan, si alguno contienen. Bergson no hizo ni esta salvedad, y el crítico autor de Idola Fori dice. Para comprender la esencia de las cosas y conquistar átomos de conocimiento, el hombre.
Pero paréceme adivinar, en este segundo comentario, como una velada acusación de que soy enemigo de la ciencia o de que la niego. No sé si estoy en lo cierto; pero voy a razonar como si lo estuviera.
Cuando dije: Los sabios no son la ciencia. di testimonio de la existencia de ella. Cuando afirmé que los principios absolutos, eternos, inmutables como la fuente de donde emanan, ni varían, ni envejecen, ni pasan. di testimonio de la realidad de la ciencia que esos principios informan. cómo hubiera podido negarla sin incidir en la misma atrevida afirmación que originó mi comentado escrito?
Reconociendo, como reconozco, la dualidad de la naturaleza humana y las innegables influencias del espíritu sobre el cuerpo, y las de éste sobre aquel; reconociendo que el espíritu está sometido a la ley de Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.