272 EOS una época en que el espíritu y los rasgos distintivos de los grandes pueblos sufren la prueba del fuego, y debemos aceptar el hecho de que estamos obligados como nación a llevar a cabo nuestra parte de labor en la magna empresa de salvar el alma del universo y establecer las cosas que deben perdurar. La continuidad de la civilización se ha interrumpido en estos momentos en Europa. Las industrias, el comercio, las artes y ciencias, la literatura y la educación, las relaciones internacionales hanse detenido o han cesado completamente de prosperar. La flor de la juventud viril, esperanza y promesa de la generación venidera, ha sido sacrifican da. La obscuridad ha reemplazado a la luz, la muerte a la vida. Mucho de lo ganado en centurias de progreso se ha perdido irremediablemente. Mas todas las fuerzas de la civilización que dan por resultado la paz y la prosperidad se mantienen en América íntegras e incólumes. Conservamos en nuestra mano los hilos del pasado y del futuro; ninguno se ha roto. Pesa, de consiguiente, sobre nosotros, la obligación especial de velar por aquellos tesoros de humana creación que producen la paz y el bienestar de la humanidad. Después que hayan pasado estos días de desolación es preciso erigir un nuevo cielo y una nueva tierra. El mundo debe hacerse mejor: y es nuestro privilegio tanto como nuestro deber contribuir con todas nuestras fuerzas a este resultado. En consecuencia, durante este período de ansiedad y de incertidumbre, sería conveniente que considerásemos seria y concienzudamente la mejor manera de prepararnos para la labor que de Barat seguro recaerá sobre nosotros en el futuro: la empresa de reedificar el mundo.
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA Autor del libro Prosas que acaba de ser publicado en Ediciones Minúsculas Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.