270 EOS FOS 271 hacia los semejantes, y la obligación de respetar la vida del prójimo y procurar su bienestar a la par que el propio. En el tercer grado se revela el reconocimiento no sólo de las obligaciones de cada individuo con respecto a los demás, sino también aquellas que un grupo social, ya sea familia, tribu o nación, debe a los otros grupos sociales con los que se halla en contacto. El tercer grado está todavía en proceso de realización. no lo hemos alcanzado plenamente. Estamos desenvolviéndonos, sin embargo, hacia comprensión más clara de nuestras obligaciones internacionales y de raza a raza. Mas queda aún mucho que meditar, mucho que sentir, mucho que intentar. Nosotros, como pueblo, hemos establecido en nuestra vida nacional la tradición de leales relaciones con los demás pueblos. No sólo debe mantenerse esta tradición en el mismo espíritu que caracteriza nuestras relaciones con Cuba o con China como en la devolución de nuestro fondo de indemnización a aquel país sino que nos incumbe además discernir nuestras responsabilidades e interpretarlas a la luz de los acontecimientos más importantes y de las necesidades más clamorosas del globo.
Es ocioso quizás insistir sobre la necesidad de expresar simpatía y apoyo eficaz a los que sufren en estos momentos el peso del desastre de la guerra europea. Auxiliar en épocas como la que atravesamos no es solamente un deber: es un instinto. nuestro pueblo ha respondido en forma tan rápida, generosa y admirable a la voz que clamaba a través de los mares, que ha revelado patentemente el gran corazón dei hemisferio occidental. Las necesidades de la humanidad doliente hacen hoy más estrecha la unión de Europa y América. No sólo nuestro corazón se ha conmovido, sino que a la par se ha estimulado nuestra mente hasta el punto de que no encontramos dificultad alguna en reconocer como hermanos a todos los extranjeros. Con vívida sensación nos hallamos conscientes de llevar también sobre los hombros el peso de la miseria del mundo. No hay lugar, por cierto, para regocijo nacional, ni ocasión para congratularse porque nos encontramos libres del tributo de vidas y posesiones. Nos sentimos empujados a la par que nuestros hermanos hacia el valle de las sombras y de la muerte; porque las sombras que se han abatido sobre el viejo mundo han obscurecido el nuestro de igual manera, Cuando la guerra termine y días de paz comiencen a alborear, debe seguir inmediatamente un período de reconstrucción encaminado no solamente a rehacer los recursos materiales, sino a la reorganización de las ideas fundamentales y de los propósitos de la vida.
Nuestra parte será muy amplia necesariamente, pues deberemos prestar el apoyo de nuestra fuerza a las naciones debilitadas por los estragos de la guerra. No podemos argüir más tiempo que nos hemos liberado de complicaciones en los asuntos del viejo mundo, y de toda responsabilidad a este respecto, a causa de nuestro aislamiento. La separación de ambos continentes no debe medirse tan sólo por el espacio, sino también por el tiempo; y el tiempo ha disminuído de manera tan enorme, y las comunicaciones se han hecho tan rápidas, que al vivir en América no podemos ya sentir que vivimos en un mundo diferente. Atravesamos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.