Germany

EOS 269 268 EOS nes el derecho para uno, constituye el derecho para todos.
Lo que representa el deber para uno, representa el deber para todos.
La segunda máxima insiste sobre la consideración suprema debida a los derechos de la personalidad humana. El hombre, por ser tal, debe mirarse como fin en si mismo. No es una cosa, sino una persona, y tratarle como persona es la ley primordial de todas las relaciones de la humanidad. Kant creía además que esta doctrina era aplicable a las naciones a la par que a los individuos. Acariciaba el sueño de que todos los pueblos del globo vivieran unidos en una federación de respeto mutuo y de amistosa cooperación: el sueño de la paz universal. Algún día se verá, quizá, realizado. Cualesquiera que fuesen sus ilusiones, su doctrina es clara respecto de los deberes nacionales e individuales; habló con voz profética al pueblo alemán hace cerca de centuria y media y continúa hablando aún a la Alemania de hoy, y en verdad, a todas las naciones de la tierra, pues que su mensaje no va dedicado a ninguna nación ni a ninguna época en particular, sino a todas las épocas y a todos los pueblos. será provechoso para nosotros prestar atención a este mensaje. Se corre siempre el riesgo de injusticia bajo una falsa idea de patriotismo. Es un error moral fundamental el creer que un acto, cualquiera que sea, llevado a cabo como presunto servicio a la patria, queda justificado por esta circunstancia. No nos atrevemos a hacer caso omiso del derecho ajeno en obsequio a la gloria de una nación. Las naciones poderosas no se atreven a expoliar a las más débiles en ventaja propia ni en tiempo de guerra ni en tiempo de paz. Las naciocomo los individuos poseen una personalidad que debe respetarse. Allí se marca el límite de la propia defensa y de la propia expansión. La necesidad no excusa la injusticia. El pretexto de necesidad intenta particularizar la ley del derecho universal. La voz de Kant se eleva en contra de tal proceder. La tradición alemana de honor e integridad moral protesta contra tal atentado. Como Kant lo ha manifestado con insistencia, sólo existe una necesidad en todo el mundo, y ésta es la necesidad de obedecer la ley del derecho.
La Alemania del pasado apela a la Alemania del pre sente con palabras oídas muy a menudo en las discusiones filosóficas de la última centuria. Volvamos a Kant. Convienen igualmente a la superficial filosofía política de nuestros días. Estoy profundamente convencido de que el resultado más significativo del actual conflicto europeo será establecer el mismo patrón moral para naciones e individuos, de manera que las promesas nacionales se guarden celosamente de toda vergüenza y de todo reproche. El sentido común y la conciencia de los pueblos así lo requieren.
El mundo ha tardado mucho tiempo en reconocer la responsabilidad moral de las naciones. Realmente en la evolución del concepto de nuestra ética hay tres grados bien definidos, que marcan el progreso de la humanidad hacia la realización más eficaz de los principios fundamentales de moralidad. El primero es aquel grado de la conciencia individual en que el principal objeto de la vida parece concentrarse en mantener la existencia del individuo y promover la realización de sus deseos.
El segundo grado marca el despertar de la conciencia social en que se llega a reconocer los propios deberes Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.