266 EOS EOS 267 mandamientos. Es más fácil responder a la invocación suprema de amar a los que se encuentran en desgracia, y ofrecerles simpatía leal y ayuda positiva especialmente cuando esta invocación se dirige a nosotros en tiempo de calamidades y de grandes sufrimientosque mantener el espíritu y la letra de la justicia en nuestras relaciones con aquellos que no sufren miserias y no invocan ni necesitan amparo de nosotros. pesar de todo, el amor al prójimo será únicamente una palabra, y casi una burla, siempre que no implique el reconocimiento y el respeto de las leyes del proceder justo y honrado, no sólo entre hombre y hombre sino también entre nación y nación. Nada vale mostrarse misericordioso con aquellos a quienes hemos negado la justicia. La compensación del daño no nos absuelve de la culpa de haberlo cometido. El amor hacia el pueblo de una nación allende nuestras fronteras, con quien hayamos entablado relaciones más o menos estrechas, requiere esencial y primariamente la disposición para tratar honradamente con los extranjeros haciendo caso omiso de que aquella nación sea más débil o más poderosa que la nuestra.
Necesitamos hoy ideas perfectamente definidas y convicciones profundas sobre esta norma fundamental de conducta. Esta verdad no requiere explicación; no ha menester de pruebas. Es indispensable, sin embargo, insistir sobre ella y hacerla penetrar de tal manera en nuestra mente que no sea tan sólo del dominio individual, sino que llegue también a formar parte de las tradiciones patrióticas. Ha sonado la hora de afirmar con mayor energia que nunca nuestras convicciones políticas acerca de las relaciones de nuestro pueblo con todas las demás naciones de la tierra. Necesitamos reconocer la moral que debe servir de base a toda nación que desee asegurar su estabilidad. Dónde se encuentra la expresión más clara del valor y grandeza moral de aquella idea de justicia tanto individual como nacional. Dónde se encuentra el reconocimiento más profundo de la naturaleza soberana de la ley de justicia? En Alemania, sin disputa. No llevan la voz, por cierto, ni representan la tradición alemana, von Treitschke, ni Nietzsche, ni Bernhardi.
Encarnan quizá el espíritu de su época, pero es una época que desaparece. Es Emmanuel Kant, el gran profeta y filósofo alemán, quien expresa el hondo pensamiento de Alemania en palabras que poseen un significado eterno. Le llamo profeta porque habla por su pueblo; y a decir verdad, por otros pueblos también, y por todas las edades. Es el suyo un lenguaje universal.
Su filosofía es rigurosa, inflexible en su insistencia sobre la reverencia profunda por las leyes de la justicia, y sobre la obediente sumisión a sus mandatos. expresa esta ley en dos máximas fundamentales de moral. Primera: Procede siempre como lo harías si tus acciones hubieran de convertirse en ley universal; y segunda: trata siempre al hombre como un fin en sí mismo y nunca como el medio de llegar a cualquier fin. Esto es, que nuestra conducta individual debe regirse por un patrón que admita universal aplicación.
Nuestras conveniencias, necesidades o deseos, y en verdad cualquiera otra consideración particular, no deben pesar absolutamente en la balanza contra la demanda universal por la ley de la justicia. La ley moral no admite interpretación particular. Lo que constituye Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.