264 EOS EOS 265 de la Revolución, pudieron entonces decir orgullosamente. Esta es nuestra patria. Mas en tanto que así la reivindicaban, nuestra nación se deslizaba más allá de su dominio exclusivo. Hombres de diversas razas y de idiomas extraños compartían con nosotros de manera imprevista el derecho de nacionalidad. No eran solamente los tesoros escondidos bajo el suelo, ni la riqueza intrínseca del terreno lo que atraía a nuestras playas a aquellos extranjeros, sino más que todo aún el espíritu de libertad y la posibilidad de una nueva vida en un mundo nuevo. así no solamente los de la antigua descendencia inglesa, sino también los representantes de todas las razas y naciones del globo gozan hoy de igual privilegio para poner en sus labios las palabras «nuestra patria» con el mismo entusiasmo de sincera y leal devoción patriótica que nosotros. Somos un pueblo mixto. Los extremos de la tierra se tocan entre nosotros. Por consiguiente la idea de patriotismo en nuestra nación no puede confinarse a estrechos 11mites ni reducirse a la raza. particularmente no debe concebirse desprovista de un sentimiento de simpatía comprensiva hacia las necesidades de la humanidad. Pues si bien somos nosotros simplemente una parte del mundo, el mundo entero, sin embargo, forma en cierto modo parte de nosotros. Ningún rincón de la tierra, por remoto que se encuentre, deja de tener algún representante entre nuestro pueblo.
Mientras mejor nos estudiemos a nosotros mismos, más capaces seremos de comprender mejor al mundo en general. Así nuestras simpatías tienen que ser al fin cosmopolitas. Para nosotros particularmente el amor a la patria debe encontrar su natural y lógica expansión en el amor a la humanidad.
Madame de Staël dijo que «el patriotismo de las naciones necesita ser egoísta. Esto debe interpretarse, sin embargo, dentro de ciertos límites. es deber de elevado patriotismo definir y exaltar tales límites. De igual manera que el individuo no se atreve a vivir dentro de sí mismo, así las naciones no se atreven a vivir solamente de su propia vida: falsearían su destino al concentrarlo de manera completa y absorbente dentro de sí mismas. Mas ¿es acaso natural amar a un extranjero, a un extraño, como se ama a su propia casta y a su propia raza? Seguramente que lo es, si profundizamos el sentido en que se usa la palabra «amor. Esta palabra tiene, en verdad, dos significados muy diversos. Hay una especie de amor identificado con el afecto, con aquel afecto nacido del trato intimo y de la comunidad de intereses y aspiraciones. Este es el amor que consagramos al círculo intimo de la familia y amigos. Pero hay también otro sentido en que usamos la palabra «amor. Se refiere a aquel sentimiento con el cual se nos exhorta a amar al prójimo como a nosotros mismos; más aún, a amar a nuestros enemigos. Esta clase de amor es muy diferente. Significa cierta tendencia altruísta hacia la humanidad, que se manifiesta en doble forma: en la voluntad de respetar los derechos de todos y cada uno de los hombres, y en el deseo de proveer a sus necesidades. Hacer justicia, amar la misericordia. he aquí las virtudes cardinales de religión y moral, de acuerdo con la doctri.
na del antiguo profeta hebreo. Es más fácil indudable.
mente obedecer el segundo que el primero de estos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.