EOS 235 234 EOS QUEL que quiera una humanidad más perfecta, no se satisfaga con lavarle la cara y vestirla de gran señor: que la higienice desde la punta de los cabellos hasta la punta de los pies, como una mujer discreta bruñe tan esmeradamente las letrinas del último patio.
como los muebles de su salón: el hombre no es una sala, es una casa completa. aquel que se meta a predicar y defender derechos ajenos, debe saber si no es un cobarde, o un utópico, o un cacique electoral. que tiene la obligación de enseñar e imponer primeramente los deberes generadores de los mismos derechos que campanea en sus conversaciones y discursos.
Porque tan miserable es el Zar de Rusia, que piensa que cien millones de hombres deben sostener su majestad, como el último de los obreros de la última de las regiones geográficas, que se imagina, porque así se lo dijeron, que toda la humanidad debe girar al rededor de su estómago.
Nada de lo que hacemos o decimos se pierde en el vacío: el aire está lleno del pensamiento de todos.
Un asno sienta su casco ferrado sobre las flores del jardín, como pudiera sobre la tierra polvorosa del camino; una piedra se descuaja y cae sobre la frente del viajero, como pudiera sobre una alimaña venenosa; un planeta sigue su curso desde su oriente hacia su ocaso, como pudiera en sentido contrario, si así estuviese dispuesto en el seno de la eternidad; y una hoja seca se desliza sobre la superficie o se levanta en alas del huracán, como pudiera podrirse, allí donde cayó en el otoño, al desprenderse de la rama.
Pero, nosotros no somos semejantes a la bestia, a la piedra, al planeta y a la hoja seca, porque somos hombres, y siendo hombres somos fuerza discreta, y siendo fuerza discreta somos voluntad.
Ellos van y hacen, sin elegir ni camino ni tarea; y nosotros sabemos que podríamos hacer cosas innumerables en el mismo minuto: ejecuta lo mejor, según tu criterio: verifica lo que te parezca menos injusto en tu conciencia; no seas escéptico ni te dejes conducir sin lucha, al azar de las olas.
Si el toro tiene sus cuernos, el león sus garras y la paloma sus alas, para vivir su vida propia ¿por qué han de palpitar en nosotros, en forma de inconsciencias, la lealtad, la prudencia y la justicia, si hemos de lanzarnos en el camino de la traición, de lo inopinado y de lo injusto?
He aquí un pájaro agitando desesperadamente sus alas rotas: quiere alzarse sobre la tierra donde yace; quiere volar.
Si naciste desequilibrado, herido en el alma, maldecido de la natura, que al menos la tentativa del juicio se perciba en tus actos, y haz lo que el pájaro que se rompió las alas: quiere volar!
EPUTACIÓN hecha por amigos, reputación en peligro constante de que la deshagan los mismos que la fabricaron.
Aceptarás todo lo que te ofrezcan tus amistades, sea lo que sea, menos tu defensa: hombre que necesita de abogados, hombre perdido para siempre.
Los malos juicios no se desautorizan con discursos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.