EOS 203 202 EOS obligándote el paso a detener, y una lluvia de pétalos caia, aromaba el ambiente y se tendía en alfombra de sedas a tus pies!
Te observaba al través de unas vidrieras: Ya llegabas al palio de palmeras que te daban abrigo contra el sol.
Mas. de pronto. qué gesto tan extraño. De seguro un insecto la hizo daño. yo me dije, notando tu dolor. las torres, los muros, los tejados, las baldosas, las verjas y el ciprés todos a un mismo tiempo eran tocados con el oro del mágico pincel. Mejor y más bello no lo dice un pintor. Ritmo, gracia, intensidad frescura; de todo tiene esta estrofa hasta para repartir. Hasta para repartirles a las demás del poemita, muchas de las cuales languidecen como estrujadas entre la trama del cuento que en ellas se refiere.
Quizás en estos casos el afán detallista hace naufragar los toques más vivos en la difusidad de largas y poco animadas descripciones. He aquí por qué no pocos paisajistas dan brochazos concisos en torno de sus motivos vigorosos y dejan a la luz, la artista sin igual, las pequeñas pinceladas que enlazarán los tonos para los grandes efectos del conjunto. si no, véalo usted interpretado por su mismo delicioso lápiz, en el bello cuadrito que se llama «El gusano habrá de tener alas también.
No resisto al deseo de copiarlo integro, porque es, a mi juicio, el trabajo más completo y exquisito de los que usted ha ofrendado a los lectores de la COLECCIÓN Eos: Sacudiste la mano con rudeza, la frotaste un momento, y con fiereza te pusiste después a examinar revelando en tu afán miras insanasuna a una las hojas más cercanas,. y el gusano encontraste por su mal. Pobre bicho infeliz. Oh desgraciado!
Yo lo hallaba tan libre de pecado como ajena de méritos la fior.
Procedieron los dos con inconsciencia; ambos eran productos de la herencia; ella fué quien su ruta les marcó.
Suelta al viento la bata vaporosa, revistabas con alma cariñosa los rosales en fior de tu jardin.
No más frescas que tú, ni más lozanas, rematando los tallos, muy ufanas las corolas se abrían para ti. Cuántos han heredado almas hermosas! la belleza y fragancia de las rosas que aún alientan perfumes al morir!
Vienen otros al mundo ¡desdichados! con un fardo de vicios, condenados como el pobre gusano al suerte vil. Si lo hubieras dejado algunos días, mariposa ligera lo verias ostentando sus galas bajo el sol. Nunca arrojes la piedra al miserable!
Da mejor a tu brazo impulso amable, y procura obtener su redención. Cuántas veces prendíase tu traje en las duras espinas del ramaje Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.