Violence

Eoa 194 EOS 195 en perfecta libertad por los jugadores mismos. Toda interferencia desde fuera, toda violencia en su libre desenvolvimiento y práctica tiene que contrariar su efecto moral. Se robaría así al juego su espontaneidad, se eliminaría el sentimiento del honor en los choques, se suprimiría la libertad y el self government de la comunidad de los gobernantes. Esto no lo han comprendido nunca los alemanes. La gimnasia hecha bajo la dirección de un maestro, los juegos establecidos por una ley o por edictos imperiales y sistematizados según principios higiénicos y militaristas para servir a fines militares o burocráticos tienen que contrarrestar los efectos eminentemente morales en la producción del carácter que hacen de los juegos ingleses uno de los grandes pilares de la nacionalidad. Ahora mismo, cuando los alemanes han querido imitar, después de haberlos censurado como muestra de frivolidad, los juegos y deportes del ejército inglés del frente, no han sabido sino elaborar un esquema oficial de juegos y ejercicios gimnásticos, con carácter obligatorio, bajo la dirección de los oficiales y con un sabio sistema de premios y castigos. La libertad y la espontaneidad se habrán evaporado en esos juegos. Lo que me recuerda esa triste deteriorización de los juegos, de origen sobre todo germánico, que consiste en pedagogizarlos. En cuanto se convierte un juego en juego pedagógico, en medio de enseñanza de algo, pierde su valor intrínseco, su valor como juego y pierde, a la vez, por añadidura, su eficacia educativa. no digo su eficacia pedagógica porque no he conocido nada tan dañoso a la verdadera educación, a la educación humana, a la humanización, que eso que llaman pedagogia.
El juego, en efecto, el verdadero juego, el juego libre y espontáneo debe ser un fin en sí y no un medio para otra cosa. Se juega para jugar, para divertirse, para esplayar la personalidad, para darla juego; se juega, en fin, para vivir. todo lo demás que del juego se saca es algo que se le da al jugador por añadidura como los bienes que Dios promete al que busca su reino y su justicia. un juego pedagogizado es un juego convertido en medio para otra cosa. Juego del cual se hastían al punto los niños y le cogen aborrecimiento. con razón sobrada. Porque da pena verlos tener que jugar a esos juegos prescritos y dirigidos por el pedagogo que no maestro y ejecutados conforme a las reglas de un manualete cualquiera.
Tuve la fortuna de tener por maestro de primeras letras a un maestro, a un verdadero maestro, y no a un pedagogo, a qu en no recuerdo haberle oído nunca pronunciar la palabra pedagogía. aquel maestro nos dejaba jugar, en el campo los días bonancibles y en la escuela los de lluvia, a los juegos nuestros, a los que nosotros mismos habíamos recibido de tradición infantil, algunos de los cuales he oído después declarar a graves y sabios pedagogos que son antipedagógicos.
Jugar es vivir, y se vive para vivir, para más vivir, No HE CONOCIDO NADA TAN DANOSO LA VERDADERA EDUCACIÓN, LA EDUCACIÓN HUMANA, LA HUMANIZACIÓN, QUE ESO QUE LLAMAN PEDAGOGÍA.
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