184 EOS EOS 185 Anécdotas de la guerra timiento, finura y emoción. Estas páginas admirables honran, no sólo a un hombre, sino a la nación en que ese hombre ha nacido. dice más de Francia este breve libro que todas cuantas loanzas del gran pueblo pudiera hacer el más fervoroso de sus panegiristas. Pero nuestra visita a la librería ha terminado.
Ahora vámonos un momento a contemplar el mar; otro gran libro, siempre igual y siempre nuevo.
AZORÍN «Por tí, madre, porque me diste, con la vida, el ansia secreta de lo inefable, porque en tu regazo dormi sueños de paz, fui digno; por ti, supe de virtud y decoro. No cometi injusticia ni iniquidad, no hice derramar lágrimas, honré tu nombre; hé aquí las flores que te traigo. ANTONIO ZOZAYA Se sabe: pocas cosas hay que se puedan comparar con la policia. Por de pronto su origen está en la naturaleza; la policia se debe al miedo, y el miedo es cosa tan natural, que poco o mucho no hay quien no tenga alguno; y esto sin contar con los que tienen demasiado, que son los más. Todos tenemos miedo: los cobardes a todos; los valientes a parecer cobardes: en una palabra, el que más hace es el que más lo disimula, y esto no lo digo yo precisamente: antes que yo lo ha dicho Ercilla en dos versos, por más señas, que si bien pudieran ser mejores, difícilmente podrían ser más ciertos. El miedo es natural en el prudente, el saberlo vencer es ser valiente. Preclaro es, pues, el origen de la policía.
MARIANO JOSÉ DE LARRA Cuando Edmundo de Amicis decía que, para consolidar la trabazón de su unidad, necesitaba Italia un gran sacudimiento guerrero, una de esas conmociones heroicas que hacen vibrar, del uno al otro extremo, el esqueleto de un organismo nacional, pensaba en una exaltación de la conciencia colectiva, como la que ha provocado, efectivamente, esta guerra. Italia sabe que pasa por la hora de prueba de que debe salir magnificada y perdurable. El génesis histórico de la Italia nueva requería coronarse con un final más épico y glorioso. en el sentido de la gloria guerrera, que la ocupación de la Roma pontificia. a ese final va, consciente y entusiasta, el alma de este pueblo. Percibís a cada paso la seguridad, la confianza, con que tiende a él. Es, el que flota en el ambiente, un entusiasmo diáfano y sereno, al que la misma integridad de la esperanza que lo anima parece privar de los borbotones de aquel otro febril entusiasmo que alterna con la angustia. No hay tiesura marcial, no hay solemnidad trágica. Mientras el golpe del cañón deshace, palmo a palmo, las fronteras, y los hilos de sangre descienden por las vertientes alpinas, el alma despreocupada y ardiente de la raza sigue entonando, en las ciudades bruñidas de sol, su eterna canción de juventud y de alegría. no ser por la oscuridad nocturna de las calles, en previsión de los ataques aéreos, y por las relativas incomodidades de la presenEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.