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152 EOS EOS 153 Coloquio con un inglés En Módena, la primera persona con quien hago amiganza es un inglés, oficial de la Real Marina Británica. El inglés va a Grecia, de paso a través de Italia. Viajaremos juntos hasta Turín.
Se ha dicho que, además de ser Inglaterra una isla, cada inglés es una isla. Parece darse a entender con esto que lo más saliente de Inglaterra, entre naciones, y de un inglés, entre hombres, es el orgullo y lo que, en punto a las relaciones internacionales, denominó un político inglés «espléndido aislamiento. En uno y otro caso, insulación y aislamiento son fábulas, conceptos vanos, sin sombra de realidad. En cuanto a las relaciones internacionales, la frase del «espléndido aislamiento» encierra limitado sentido político, aludiendo a una época, no muy dilatada en años, cuando Inglaterra no tenía alianza, pacto ni compromiso con ninguna otra potencia. Pero, al propio tiempo, el comercio inglés era el más extendido por el mundo e Inglaterra la única nación sin portazgo ni valladar aduanero, la única en donde así a las cosas como a las personas y a las ideas les era permitido penetrar libremente. De una nación así no es lícito sostener que vive de sí misma, insulada y hermética para el resto de la comunidad humana. En cuanto al orgullo y esquividad social del inglés como individuo, quien haya vivido en Inglaterra o se haya mezclado con ingleses fuera de su país, sabe que suelen ser abiertos de trato, llanos de condición y sencillos de espíritu.
Yo pienso que la compañía ideal es la del inglés. Voy aún más lejos; me parece que cuantos hayan pasado por esta misma experiencia coinciden conmigo, incluso los alemanes. Así lo confiesa el príncipe heredero germánico.
En este inglés que ahora me cabe en suerte veo mucho más que un simple inglés; veo toda Inglaterra.
Esta generalización no es peligrosa ni temeraria, dada la homogeneidad del elemento humano en Inglaterra.
Otra cosa sería generalizar a base de un español. Un español no representa nunca a España, porque no hay dos españoles lo mismo. Algo de esto creo que ocurre también con los franceses y con los italianos.
Mi inglés, físicamente, es más alto de la marca corriente y muy enjuto. En los movimientos tardo, despacioso, casi torpe, si bien de gran dignidad y elegancia. Sólo hay otra raza que en parsimonia y distinción se asemeje a la inglesa, y es la castellana, señaladamente en los hombres del campo. La alacridad y viveza de otros pueblos hispanos y de otros pueblos latinos no caben en el campesino castellano. Esta cualidad en que coinciden inglés y castellano lleva diferente nombre, según de qu en se trata: si del inglés, tlema; si del castellano, pereza. Aplicándole un nombre más comprensivo, diríamos serenidad o igualdad de inimo. ecuanimidad. Al castellano, la ecuanimidad le hace aceptar los reveses con estoicismo, por donde poco a poco ha venido en perder la voluntad. Al inglés, la ecuanimidad le ayuda a corregir friamente los reveses sufridos, por donde ha llegado a ser el hombre de voluntad más constante. Ahí está la diferencia.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.