Elías Jiménez Rojas

118 EOS EOS 119. francamente?
no el hablar de «religión del Estado. El Estado es una abstracción. Las abstracciones no pueden tener religión. Los ciudadanos sí la tienen, pero no hay dos que tengan ciertamente una misma. Esto, tomada en cuenta la infinita diversidad de almas que caben dentro de la unidad de la especie humana. Que a tomarla, diremos inversamente que no hay más que una religión, fundamentalmente la misma para todos los hombres, la religión del tipo orgánico hombre.
Lo más incomprensible todavía es que una Carta en que se afirma que la Religión Católica Apostólica Romana es la del Estado, estatuya que para ser Presidente de la República o Secretario de Estado o Magistrado «se requiere pertenecer al estado seglar. estableciendo así evidentemente una desventaja para los eclesiásticos católicos frente a frente de todos los otros ministros de culto o de los apóstoles y místicos sin sotana. En nuestro Estado Católico, un rabí o un presidente de rama teosófica puede desempeñar un alto ministerio político; todos lo pueden, excepto el sacerdote católico, sean las que fueren sus luces y su hombría de bien!
De paso manifestaré que tampoco estoy de acuerdo con Quintiliano acerca del alcance que deba darse al principio de legislación de que «las cosas se deshacen del mismo modo que se hicieron. Si el Estado concede valor civil a una forma religiosa de matrimonio jel divorcio Civil no puede ya hacerse en forma puramente civil. Claro que sí!
El odio es un mal consejero. Cada día estoy más convencido de la verdad contenida en esta afirmación trivial.
Miro a mi rededor y hacia el pasado y no encuentro ni una sola obra que valga y que haya sido inspirada por el odio.
Repito siempre con Faguet. Si es de absoluta necesidad tener algún odio, escojo el odio al odio. repito esta declaración apartando con amargura de la mesa de Eos algunos periódicos recibidos de México y de Colombia. Muchas de sus producciones son hijas del odio, del odio a los Estados Unidos. Son más de cuatro los escritores de México y de Colombia que se están dejando arrastrar y extraviar por ese odio hasta ponerse contra sí mismos del lado de Alemania.
Está bien que uno sea aliado por amor a los principios de libertad que prevalecen en Inglaterra, por gratitud hacia Francia o por cualquier otra razón positiva; está bien que uno sea germanófilo por admiración hacia las concepciones estatistas de los filósofos y militares de Alemania; pero es un triste caso el del pensador que es aliado simplemente porque odia a Alemania o que es germanófilo porque odia a Inglaterra o a Francia o peor todavía porque odia a los EE. UU.
Como muestra de la postura actual de los escritores ELÍAS JIMÉNEZ ROJAS Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.