84 EOS EOS 85 (En breve espacio cambian las generaciones de los seres vivos, y, como los corredores, se trasmiten la antorcha de la vida. Montaigne colocaba la herencia entre «las extrañezas tan incomprensibles que sobrepasan toda la difi cultad de los milagros. Arséne Dumont dice admirablemente. Si se examina el individuo humano, se encuentran en el marcas indelebles que prueban que no constituye un todo independiente. Así como los anillos regados que un arqueólogo encuentra en una tumba antigua, revelan, por ciertas marcas, que formaban seguramente parte de una misma cadena o de un mismo tejido metálico, así el hombre muestra las trazas de su permanente conexión con la raza. Estas trazas son: la cicatriz umbilical, que es la seña de unión con el pasado, y el aparato genital, que realiza el enlazamiento con el porvenir. El individuo no es un todo: es un eslabón de una cadena, es una malla de un tejido, es el punto colocado en el entrecruzamiento de dos líneas rectas que se cortan en una cuyas ramas, separándose, abarcan el infinito. Este hecho innegable es la base de la solidaridad fisiológica, y la solidaridad fisiológica es la base de todas las otras solidaridades: patológica, económica, política, intelectual y estética. Quisiera equivocarme, pero no veo el orgullo alemán; no veo sino vanidad. Una vanidad más vana, es decir, más hinchada aún que fué la vanidad francesa del 70, de tiempo del pequeño Napoleón. No sólo en su manera de hacer la guerra, sino en su manera de comentarla y en las bravatas cinicas que sus hombres lanzan al mundo, se ve vanidad, una enorme vanidad, pero poco orgullo.
Se empeñan tanto en querernos convencer a los demás de su propia superioridad, que dejan suponer que no están ellos muy convencidos de tal cosa. su teatralidad es evidente.
Los morteros de 420 y los zepelines, por eficaces que sean, son más vanidad que otra cosa. El hinchado zepelin, sobre todo, es vanidad. Que una vanidad que lleva a sacrificar tantos hombres y tantos millones es algo grande. quién lo duda! Hay muchos, muchísimos hombres que han muerto por vanidad, por dar que hablar, por pasar a la historia, por no volverse atrás, por justificar una fama. Los secuaces de Erostrato son legión. Muchos más que los de Luzbel, el orgulloso. Pero.
Pero el orgullo es, digase lo que se quiera, una fuerza más grande, más noble y más pura que la vanidad. más divina. Si, asi como suena. Luzbel es más divino que Eróstrato. El hombre caido, pecador, es vanidoso; el angel caido es orgulloso. El orgullo es de origen divinoo antidivino, que es lo mismo la vanidad es humana.
Hablan los tratadistas militares de algunas pretensiones, los que quieren hacer algo así como metafísica bélica, de la voluntad de vencer. Pues bien, el orgulloso entra en liza con voluntad de vencer y esto hasta cuando los demás creen que va a una derrota segura. mientras que el vanidoso se pone a luchar atento a asombrar al enemigo y a los mirones. en esta guerra, tanto o más que vencer, parece que se propone la Alemania militarista, o el gran Estado Mayor alemán, asombrar al mundo.
Parecen decir. Podrán vencernos, pero ya verán lo que les cuesta! bien. Antes ardera medio mundo. Es decir, vanidad, vanidad, vanidad. DE UNAMUNO.
Mayo de 1912.
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