82 EOS EOS 83 Para que esta filosofía del porvenir pueda edificarse, precisa que prescindamos algo de la vida individual y acentuemos el sentimiento de nuestra participación en la existencia secular de nuestra especie, de la que so mos pasajera encarnación. Cada individuo momentáneamente, aparecido sobre la línea del tiempo, deriva de un largo pasado y contiene un inmenso porvenir.
Es una síntesis del ayer qué encierra, en potencia, una continuidad infinita de generaciones, las cuales aguardan el momento de escapar a su nada provisional. Nuestras formas transitorias envuelven un contenido eterno. GUSTAVO LE BON evoluciona progresivamente, edificando él mismo su propio porvenir.
El progreso está enfrente nuestro y no atrás de la vida. Cierto es que la ciencia nos dice poco de nuestros orígenes y de nuestros destinos, pero nos enseña por lo menos que las formas superiores vienen preparadas por otras inferiores menos perfectas.
Por ésto, precisamente, el pasado no puede ser más que un amontonamiento de ruinas. Cuando una época ha cumplido su tarea, desaparece para dar lugar a otra más perfecta brotada de sus esfuerzos. Los grandes progresos de la humanidad fueron siempre preparados por una lenta elaboración anterior, y el hombre, creación del pasado, es, a su vez, un creador del mañana. este mañana vivo y no a un pasado muerto, es a lo que debe tender su espíritu. La humanidad nueva que llevamos dentro resultará de la intensidad y la continuidad de nuestra labor; y nuestros aciertos como nuestros yerros no son efímeros más que en apariencia, pues a veces sus repercusiones van rodando por una cadena de siglos.
Conviene pensar que un hombre no crea sólo sus destinos con sus actos, sino la grandeza futura del hombre. Sobre un principio como éste, es posible que se construya la moderna filosofía. unas hipótesis in fecundas, que habían debilitado sus fuerzas, han de substituir doctrinas preocupadas especialmente del porvenir. La guerra misma ya muestra un aspecto de este cuerpo de verdades, porque ella es el sacrificio de millares de seres por la perpetuidad de la raza, esto es, un holocausto en pro de generaciones que ellos no verán nacer. De un artículo publicado en Estudio, de Enero de 1917. El presente trozo, por considerarlo interesante, y de bastante valor intelectual, busca las páginas de la revista Eos, abiertas para todas las ideas que vuelan, para cantar en Costa Rica un himno más al pensamiento intrépido y viril.
Los hombres han tenido siempre conciencia del lazo que los ata indisolublemente a través de los siglos.
Se atribuye al profeta Jeremías este conocido aforismo. Los padres han comido uvas verdes, y los dientes de los hijos sufren las consecuencias. Lucrecio sintetizó en dos magníficos versos el pensamiento de la antigüedad latina acerca de la herencia: Inque brevi spatio mutantur saecla animantum, et, quasi cursores, vitæ lampada tradunt, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.