68 EOS 69 EOS dir a otra sin tener en contra a todas las otras naciones coaligadas contra tal agresión. En aquel mismo discurso Wilson expresó que el honor de los Estados Unidos era para la nación bién más estimable que todos los demás.
La política de la Administración demócrata en relación con Méjico, ha formado el más recargado capítulo de oposición en la campaña electoral. Se acusó al Presidente de sacrificar los más vitales intereses de la gran República y de abandonar a su dura suerte a los americanos residentes en Méjico, que, se decía, eran víctimas escogidas de los caudillos mejicanos. La defensa contra tales acusaciones dió a Wilson las más propicias oportunidades para atestiguar la bondad de su política exterior y ellas resultaron no sólo infructuosas sino contraproducentes. El polemista de escuela clásica, reforzó la labor del elocuente tribuno. El artículo La cuestión de Méjico, publicado por Wilson en The Ladies Home Journal, es una de las más bellas páginas salidas de su pluma. De aquel artículo son los párrafos siguientes, relacionados con la América latina. La desconfianza de nuestros vecinos del sur, la intranquilidad con que miran nuestro creciente poderio, los recelos con que nos han visto asumir el papel de hermano mayor sin que hayamos sido invitados para ello, han sido siempre un obstáculo para las relaciones amigables y felices que hemos querido establecer con ellos. Hace pocos años solamente nos han extendido la mano con muestras de cordialidad y no es fácil que lleguemos alguna vez a lograr su absoluta confianza, mientras no les demos pruebas concluyentes y satisfactorias de que nuestros propósitos son amistosos y desinteresados. Para que esos países tengan una fe firme en nosotros es necesario que les demos, de palabra y de hecho, garantías de que estamos dispuestos a respetar scrupulosamente su integridad territorial y su soberania política de la misma manera que queremos que las respete Europa. Nuestra intervención en Méjico, continúa el Presidente, volverá indudablemente a despertar las más graves sospechas en todos los países hispano americanos; y por intervención entiendo el uso de la fuerza para establecer el orden en Méjico, sin la invitación de los mejicanos y para determinar el carácter de sus Instituciones políticas. Los Estados Unidos profesan la creencia de que cada nación, cada pueblo, tiene el derecho a darse las instituciones que quiera y nuestros actos deben sostener ese principio con absoluta buena fe. La política así expuesta ha sido la que ha merecido la ratificación del pueblo americano en noviembre pasado y debemos felicitarnos por esa ratificación. Con esos principios, ha podido vencer aun en Estados como el de California, en donde en 1912 los votos demócratas quedaron en minoría respecto de los de los otros partidos y con ellos obtuvo los votos de muchos electores independientes. La política de Wilson en relación con Méjico, que para muchos debía ser causa de su caída, lo fué, entre otras, de cívico galardón.
Así lo anunciaba ya en el New York Times del 22 de octubre pasado el conocido profesor Emeritus, de la Universidad de Haward. Comentando en su artículo Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.