378 EOS EOS 379 tros que marchaban frente a los generosos legionarios del Nuevo Arte, sosteniendo en sus manos la antorcha cuya irradiación de luz ilumina los negros senderos del Futuro.
Como en uno de sus poemas gloriosos, su capilla ardiente será la desolada llanura flamenca, y velarán a su redor escuetos árboles sosteniendo en sus brazos.
epilépticos los cirios de las estrellas puras. De Renacimiento, El esfuerzo Grupos de trabajadores, febriles y jadeantes, que a lo largo de los tiempos, pasando, os alzáis gigantes, llevando en la frente el sueño de las útiles victorias; torsos cuadrados y duros, firmes y fuertes presencias, marchas, avances, retrasos, esfuerzos y violencias, iqué lineas fieras y ufanas de intrepidez y de gloria trágicamente inscribís vosotros en mi memoria!
He contemplado una magnífica puesta de sol. La luz pasaba por entre nubes amontonadas. y allá, como un carbón encendido, de forma irregular, se veía el sol, por encima del bosque. Yo me sentía feliz y pensaba: no, este mundo no es un espejismo, no es un simple lugar de prueba y de paso a otro mundo mejor y eterno. Este mundo es bello, es alegre, es también eterno, y nosotros no solamente podemos sino que debemos hacerlo más bello aún y más alegre para los que viven con nosotros y para todos los que vivan después de nosotros.
TOLSTOI Mocetones de los rubios países, los conductores de los troncos y los carros pesados y trepidantes; de los bosques olorosos los bermejos leñadores, y tú, labrador antiguo de los pueblos albicantes, que no amas sino los campos y sus caminos livianos, y que arrojas las semillas con la amplitud de tus manos, primero aire, ante ti y hacia la luz, donde yerra porque en ella vivan un poco antes de caer en tierra; Tanto en el dominio moral como en el dominio material, la ciencia muestra la extrema localización de las revoluciones bruscas, de las creaciones súbitas, y su impotencia para cambiar la majestuosa evolución de las cosas.
EDMOND PERRIER Director del Museo de Historia Natural de Paris.
y vosotros, marineros, que al mar emprendéis los viajes, bajo las altas estrellas, las noches, con simples cánticos, las noches, cuando las velas hinchan los vientos atlánticos con los mástiles vibrando y el albor de los cordajes; vosotros descargadores, que en los anchos hombros, solos vais cargando y descargando en los muelles los navios que se alejan y se alejan bajo los soles bravios y desdeñando las olas hasta el confin de los polos; Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.