EOS 335 334 EOS Es muy posible y puede también ser útil que los esposos reciban consejo sobre diversas cuestiones y aun sobre las cuestiones religiosas, de hombres de experiencia. Pero sólo deben decidir sobre todas las cuestiones de común acuerdo. Un matrimonio en que una tercera persona sea la que decida, está perdido y no podrá hacer nunca nada bueno.
Es para mí una profunda necesidad expresar esto públicamente, porque constituye una esclavitud tanto mayor, cuanto que nadie se atreve a denunciarla. Pues las llamadas buenas costumbres en el terreno sexual, nos sumen en tal abismo de hipocresía y desesperación, que muchos no se dan cuenta del problema.
Pero debería haber hombres paternalmente pensadores que lo oyesen todo y todo lo perdonasen y pudiesen dar luego un consejo, con los cuales todo el que siente dentro de sí estos combates pudiera hablar.
El hecho de que no cedamos al instinto sexual sino mediante una elección, y después de maduras reflexiones y que las costumbres hayan confinado su funcionamiento exclusivamente en el matrimonio, tiene profundas causas que están en intima relación con el perfeccionamiento del espíritu humano.
El ejercicio del instinto sexual exige el desarrollo de las más preciosas energías corporales y espirituales.
Por esto, el rasgo característico de los pueblos de mayor elevación moral es educar a la juventud en el dominio de sus pasiones. No porque se trate de poner trabas a su libertad individual, sino porque tal dominio, que en la primera década de su crecimiento es muy fácil, supone un ahorro de fuerzas vitales que nunca sobrarán en la resolución de nuestros difíciles problemas, y además, porque la continencia antes del matrimonio proporciona una completa independencia de personas de las que el no continente depende y que le pueden arrebatar preciosas energías en la lucha por Ja vida. La verdadera libertad consiste, bajo todos respectos, en el dominio de sí mismo.
La más grande felicidad se encuentra en los hogares en que el calor de la vida y las ondas de armonía parten de la mujer. Está destinada desde el primer momento a ser la sacerdotisa del hogar. Una mujer malhumorada no podrá retener largo tiempo en su casa ni a su marido ni a sus hijos. Los criados no la podrán sufrir.
Las casas que atraen a las personas, son focos de vida, en los cuales mora la paz. Es un signo muy sospechoso el cambio frecuente de vecindad. Muchas familias ni siquiera pueden retener mucho tiempo a sus hijos. Mueren antes de tiempo y desaparecen en la obscuridad. La casa se deshace.
Pero las casas en donde mora la vida son firmes.
Creo que no hay fuerza bastante en la tierra para separar a una pareja firmemente unida. Cuando el uno vacila el otro le sostiene, y la fuerza de conservación se hace al fin más poderosa que la fuerza de destrucción. En tales casas crecen también niños sin trabajo y llegan a ser mensajeros de vida entre la humanidad.
Gran dote lleva para la vida quien procede de tales casas. cada hombre se le nota hasta cuando es viejo si ha tenido en su niñez un cuarto y compañeros de Ne Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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