330 EOS EOS 331 sufre toda una familia hasta la tercera o cuarta generación.
La misma pregunta deberá naturalmente hacerse la mujer respecto al hombre que la pretende. Merece ser este hombre el padre de mis hijos. se ha escrito para los que viven, a los cuales debe darles indicaciones para una vida más intensa. No se ha escrito para ideólogos. Mientras vivimos nuestra vida ordinaria y llana, vamos tejiendo, si bien inconscientemente, la tela de este libro. Cuando volvemos la mirada al camino andado, podemos apreciar el progreso. La segunda pregunta que el que se va a casar debe hacerse, con perfecta sangre fría, que tiene mucho menos que pensar, es más importante que la primera, y dice así. Podré yo afrontar ante mis hijos la responsabilidad de haber hecho a esta mujer su madre?
Históricamente es un hecho positivo que los matrimonios de hoy (no sé si con razón o sin ella) ofrecen la única posibilidad de engendrar hijos que ostenten una condición honrosa. El deseo de tener sucesión es uno de los instintos más arraigados en la naturaleza humana.
Pocos años después de casarse, el hombre ve crecer a sus hijos; veinte años después, ve desarrollarse su plena razón; a los treinta años, sentirá que le juzgan severa e inflexiblemente. Cuando un hombre comprenda que puede afrontar esta terrible responsabilidad, más terrible que la del juicio final, ese hombre puede casarse. De lo contrario, por muy grande que sea su amor, debe dominarlo. Los matrimonios de mero amor son locuras.
Se cree, generalmente, que las consecuencias de un matrimonio las sufren dos personas. Este es un fatal error. Las consecuencias de un mal matrimonio las ¿Estado civil o estado eclesiástico?
Naturalmente, estado civil. Esto es lo que pide el Estado y sabe apoyar sus pretensiones. Nosotros no tenemos hoy matrimonio ideal, sino matrimonio obligado, por decirlo así. Bueno es que cada cual se percate de esto.
Otra cuestión es si el matrimonio del Estado debe ser confirmado después religiosamente.
Hay hombres que hacen alarde de menospreciar las ceremonias religiosas y creen que deben poner de manifiesto en toda ocasión, aun con ocasión del matrimonio, su hostilidad contra los poderes eclesiásticos. Todos ellos comprenden la cuestión a medias y sólo poseen una mediana educación. Contra tales actitudes pueden reir tranquilamente las religiones.
Las religiones sólo pueden ser destruidas de un modo: creando otra cosa mejor en su lugar. El mejor ejemplo de la actitud que debemos guardar frente a las religiones, lo dió Jesús. El estaba sobre ellas y comprendió clara y evidentemente su carencia absoluta de verdadera piedad. El enseñó que el hombre en cuanto hombre se eleva en todas partes y necesita comunicarse directamente con Dios. Padre que estás en los cielos. Esta es la verdadera oración. En otras palabras, partir el pan de la Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.