328 EOS EOS 329 Los Estados Unidos y otros países en que no se habla español suelen tener a la Academia y su Diccionario por autoridades supremás, y les rinden mucho homenaje. No sucede asi ni en España ni en la América española. En ambas partes dicha institución y su atrofiado e informe hijo son más veces objeto de risa que de honores, y más a menudo maldecidos que bendecidos.
ANTONIO LLANO De The New York Evening Post, Acusando recibo institución a menudo vacilan en usar palabras o expresiones que aquélla no haya sancionado para no incurrir en la acusación de que emplean barbarismos y solecismos. Esto hace en extremo difícil que un escritor progresista pueda ser un escritor ortodoxamente correcto, pues la Academia, además de su falta de familiaridad con la ciencia y el progreso científico, está más pendiente de conservar la lengua exenta de neologismos reprensibles que de enriquecer su vocabulario; más dispuesta a censurar nuevos términos que expresen nuevas ideas que a crear términos adecuados con los cuales puedan expresarse correctamente esas ideas. El resultado es que los escritores científicos y técnicos cometen a menudo barbarismos que afean sus artículos y el idioma en general, e incurren en la censura de los mismos académicos. Esos escritores se ven obligados por la necesidad a inventar palabras, y como por lo regular no son eruditos en latín ni en griego, ni siquiera en español, las palabras que inventan son mal escogidas y con frecuencia son una violación del genio del idioma. Asi algunos escribiendo sobre electricidad han castellanizado la palabra inglesa self induction en la doblemente híbrida selfinducción (doblemente híbrida porque la palabra inglesa es de por si hibrida. cuando un ligero conocimiento de la formación de palabras les hubiese sugerido autoinducción.
Esta última palabra se usa ahora generalmente, y está sancionada por la Academia, aunque la bárbara adaptación mencionada se encuentra todavía, y es tanto más prontamente usada cuanto que los franceses, tan innecesariamente y con igual falta de estimación a su idioma, han adoptado la forma inglesa.
EL LIBRO DEL MATRIMONIO, por Lhotsky, traducido por Ovejero y Maury, Biblioteca cientifico filosófica, Daniel Jorro, Editor, Madrid.
Entresacamos varios trozos, abriendo el libro aquí y allá: Este libro está dedicado a los jóvenes que van a contraer nupcias o quieren contraerlas. Es preciso colaborar en la obra de profundizar esta institución, así como de darle una más alta significación.
Quizá esta obra, en su realización, no llegue a ser más que un pequeño paso; pero el autor no dejará de poner su empeño en que en ella se encuentre algo grande.
El matrimonio es una tierra santa. Todo lo santo se reconoce en su gran sencillez y en que no se comprende sólo por el pensamiento, sino que es preciso vivirlo.
También éste libro es un producto de la vida y Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.