312 EOS EOS 313 Los servios en París gazán, la del que cree en lo fatal; otra, es el alma del eslavo, que prevalecería, brava e inteligente, si no se lo impidiese la otra. Dostoievski le parece un escritor dañino para Rusia, con su obsesión del sufrimiento y de la muerte.
Hay que volverle la espalda predicaba ya Gorki, cuando volvió a Roma, en 1914, poco antes de la guerra. hay que apartarse de él y buscar resueltamente la vida. Hacia la vida quiere mover ahora la voluntad del pueblo, educándole primeramente; y no se muestra partidario de una futura alianza con Inglaterra, única potencia occidental capaz de equilibrar, con Rusia, la paz del mundo; porque en vez de esa «última libertad» cree que es necesario luchar aún por la conquista de los más elementales derechos civiles para los ciudadanos del imperio.
De España. Luego la capital fué invadida por el servio, y no hay en estos momentos café ni hotel, que no tenga su grupo de oficiales de nariz aquilina, empinados bigotes y gorra de color mostaza, que imita la forma de una casita con tejado de doble vertiente. Estos guerrerros que descansan y se reponen para volver a empezar. mientras sus tropas hacen lo mismo en Corfú. son a modo de capitulos ambulantes de una novela de aventuras feroces. la caída de la tarde, sentados en la acera del bulevar, ante la puerta de un café, cuentan con sencillez los incidentes de su vida en los últimos meses, y el oyente cree escuchar en forma moderna las estrofas medioevales del poema de Marko Kraliovitch, el Cid servio, que peleaba con las «Wilas. brujas vampiros de los bosques, armadas de una gran serpiente a guisa de lanza. Todo lo han sufrido: la pelea de uno contra diez, el hambre, el aislamiento, la retirada día y noche por la nieve infinita, la angustia de rematar de un disparo al camarada herido que implora la muerte para no caer en manos de los perseguidores. estos hombres de tez curtida y dientes de lobo, que tuvieron una patria y ya no la tienen, que sufrieron hace unos meses todas las penalidades y los horrores de la humanidad en su estado más primitivo, sonrien de verse en Paris, durmiendo en una cama limpia, comiendo a sus horas, cruzando sus miradas con mujeres elegantes que los consideran con admiración. empinan las guias de sus bigotes, pasan sus manos por la media meiena de peluquero heroico que sobresale bajo las gorras de muchos de ellos, y reconocen que la guerra ofrece también momentos agradables. Paris. Gracias a la guerra se ven en la ciudad de ensueño, acariciada tantas veces con el pensamiento, como algo remoto e irreal, en las rústicas guarniciones de las provincias servias.
BLASCO IBÁÑEZ Jules Jannin, de los buenos novelistas que ha dado últimamente Francia, dice que en la vida de cada hombre hay por lo menos una novela y que, de consiguiente, el hombre que cuenta a la humanidad la novela de su vida, aunque ella a nadie le importe, es un hombre honrado, porque tiene el valor de decir lo que siente y lo que es, apartándose asi del egoismo común.
Las mujeres hacen los hogares y los deshacen.
Julio Simón decia bien. El desván es el proveedor de la taberna» y nosotros podemos agregar: LA TABERNA ES LA PROVEEDORA DE LA TUBERCULOSIS. BROUARDEL Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.