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278 EOS EOS 279 Que la «agresión rápida» a través de Bélgica acarreó la intervención de Inglaterra, fatal para Ale mania, y dió el primer golpe al prestigio moral de que Alemania gozaba en el mundo. Que la ofensiva defensiva ha fracasado frente a la defensiva sincera. Que el país militarista, agresor, ha fracasado frente a los países democráticos, agredidos.
El argumento de mayor eficacia que Alemania presentaba en favor de su régimen militarista, ha sido, por consiguiente, desmentido con una dura ección de la realidad. si el desequilibrio debido a la hipertrofia militar ha producido en Alemania tan graves males, nadie extrañará la deplorable putrefacción que la misma dolencia ha causado en la desdichada nación griega. El argumento de las dos fronteras no tiene aquí aplicación. El bando militarista echó mano de otras razones. El Ejército jura fidelidad al Rey y a él obedece. En los casos graves, la opinión del Rey, que es el primer magistrado de la nación, y la del Ejército, que es la más genuina representación de la patria (ambas frases se escriben solas. deben prevalecer sobre la de los políticos y pueblo. El resultado es que el Rey y el Ejército, naturalmente encantados con el sistema alemán, en el que no hace falta dar explicaciones, han sido lastimosamente víctimas de su apasionamiento. Constantino, Dousmanis y Metaxas, fascinados por el mito del Casco Invencible, han vuelto la espalda a la tradición griega, han protestado la firma nacional al pie del tratado con Servia, y, sobre todo, se han negado a reconocer la intima fatalidad que arrastra a Grecia a la guerra, como beligerante o como víctima neutral. Las consecuencias son tristemente notorias. Del elevado rango en que la colocara Venizelos en 1913, Grecia ha caído a la última fila de las naciones europeas. Siguiendo el ejemplo del Rey, que con tan poco respeto trató la reiterada voz popular despidiendo a Venizelos y disolviendo el Parlamento, los ministros de las naciones beligerantes dictan sus condiciones a un Gobierno sin autoridad, los búlgaros ocupan Kavalla después de haber prometido no entrar en ella, y las tropas, sin saber dónde está la voluntad nacional, obedecen a su propio impulso, y unas combaten con estéril heroísmo mientras otras piden «protección a Alemania contra los extranjeros que defienden de la guerra y del hambre las fronteras de Grecia.
La consecuencia más fecunda que de estos dos brillantes ejemplos de militarismo puede deducirse es que el régimen militarista fracasa en la guerra, es decir, en su función militar. Nada más lógico. Si los médicos se dedicasen a hacer puentes, no sólo sería peligroso viajar sino que la salud pública empeoraría. El Ejército es el brazo de la nación y el Gobierno es la cabeza. nadie se le ocurre gobernarse en la vida con el brazo derecho. así se da el caso que aun en los países más militaristas del mundo, la influencia militar sobre el Estado no figura expresamente en la Constitución, sino que resulta del ejercicio, vicioso o no, de la ley constitucional. La mera expresión legal de la pretensión militarista sería tan absurda, que el sentido común del pueblo más insensato la rechazaría. Pero Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.