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248 EOS EOS 249 por las matanzas inútiles, ni los que con Alemania simpatizan vertieron lágrimas hace unos cuantos meses, cuando algunos miles de ciudadanos británicos, que nunca esperaron verse de soldados y cuya instrucción militar se había emprendido pocos meses antes, tuvieron que salir a que los cañoneasen, bombardeasen y atacaran con gases; a recibir diez proyectiles por cada uno que pudieran enviar; y salieron, y pelearon y murieron como deportistas, sin una queja. Repito que entonces no hubo lloriqueos, y que la gente que hoy se conmueve y derrama llanto al pensamiento de lo que va a ocurrir, esperaba los primeros tanteos de desigual contienda con los ojos secos. En nada pueden ser peores las matanzas y los sufrimientos que han de venir que lo fueron las sufridas por los aliados muertos ya, que resistieron todo el empuje de la máquina de guerra prusiana antes de que empezase a vacilar. Pero en la determinación británica de proseguir la lucha hasta un término decisivo, hay algo más que el natural anhelo de verganza. Lo inhumano y lo despiadado de las luchas que se han de sostener antes de que sea posible una paz duradera, no es comparable con la crueldad que implicaría la suspensión de la guerra mientras quede la posibilidad de que la civilización vuelva a verse amenazada por el mismo lado que ahora. No hay que pensar ni ahora ni antes de la final y completa eliminación de semejante amenaza, en la paz. Ningún hombre, ninguna nación que tenga alguna idea del temple del ejército ciudadano inglés, que sostuvo la terrible acometida sin un lamento, sin una queja, intentará pedir ahora una detención. Pero cuánto tiempo cree usted que puede y debe durar esto. Ni reloj ni calendario tiene ahora el ejército inglés. contestó vivamente. El tiempo es el factor vital menos importante. Sólo importan los resultados, no el tiempo que se tarde en conseguirlos. Inglaterra le costó veinte años derrotar a Napoleón, y los quince primeros, con derrotas inglesas, fueron penosos. No ha de tardar veinte años en ganar esta guerra, pero se empleará el tiempo que sea necesario. esto lo digo reconociendo que no hemos hecho más que empezar a ganar. No hay disposición nuestra que fije el momento de la victoria final, después del primer éxito. No nos hacemos la ilusión de que la guerra se acerque a su fin; pero no tenemos la menor duda de cuál ha de ser el fin. Pero y Francia. pregunté. Hay alll la mis ma decisión de llegar hasta lo último, la misma idea de luchar hasta que los enemigos de Alemania puedan ser los que dicten las condiciones de la paz?
Ante esta pregunta, el ministro de la Guerra junta cuidadosamente los dedos de una mano con los de la otra, y dando lentamente vuelta a su sillón mira hacia la muchedumbre vestida de khaki que se agrupa en Whitehall; parece que la interrupción haya detenido las olas de sus palabras. Hay un momento de pausa, y cuando el sillón vuelve a dar la vuelta, la contestación surge con voz y ademanes que tienen profunda gravedad. El mundo entero no ha empezado todavía a apreciar la magnificencia, la nobleza, la maravilla de Francia» dice. La respuesta a esa pregunta me Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.