238 EOS EOS 239 de héroes, y empieza a dudar y se torna filósofa y humanitaria, casi tierna como una Gretchen de novela sentimental. Una paz ahora salvaría muchas cosas que los acontecimientos futuros pueden poner en peligro, despejaría negras incógnitas de lo porvenir. La espada de bronce no era bastante dura, bastante cor tante; hay que volver al yunque a forjarla de nuevo, tarareando entretanto una canción simpática, impregnada de filosofía y humanitarismo.
tregua, otra paz armada con su competencia de ejércitos y escuadras crecientes. Estos dos años de 19141916 no pueden ser un paréntesis, un ensayo de fuerzas. Han de alumbrar una era nueva, que sea el precio de la sangre y de los sacrificios. La hora de esa paz no ha sonado aún, ni es esa la paz que se pide.
ANDRENIO Pero ¿qué pensaria para los días venideros la ¡El gusano habrá de tener alas también. fiera rubia. al solemne y rotundo compás de los martillos sobre el yunque, mientras forjaba de nuevo la hoja de la espada broncinea. En otra bélica aventura dominadora, al través de los campos europeos?
La paz es una tentación después de dos años de sacrificios que parecían increíbles, de asolamientos de pueblos, de una siega feroz de las juventudes europeas, de una dilapidación fabulosa de la riqueza creada por un siglo de industria, de invenciones, de trabajo febril. Tentación formidable por ser tan amable siempre la paz, por ser esta guerra como una superguerra en que parece que el antiguo azote de un Dios irritado ha inventado dolores y calamidads nuevas!
Esperamos que esta tentación ha de ser vencida. Al decir tentación no hemos tomado al azar una palabra. La hemos elegido, penetrados de su espíritu. Qué valdría la paz de hoy si no asegurase una larga paz futura? No puede haber una paz que sea una Suelta al viento la bata vaporosa, revistabas con alma cariñosa los rosales en flor de tu jardin.
No más frescas que tú, ni más lozanas, rematando los tallos, muy ufanas las corolas se abrian para ti. Cuántas veces prendiase tu traje en las duras espinas del ramaje obligándote el paso a detener, y una lluvia de pétalos caia, aromaba el ambiente y se tendia en alfombra de sedas a tus pies!
Te observaba al través de unas vidrieras: Ya llegabas al palio de palmeras que te daban abrigo contra el sol.
Mas. de pronto. qué gesto tan extraño. De seguro un insecto la hizo daño, yo me dije, notando tu dolor.
Sacudiste la mano con rudeza, la frotaste un momento, y con fiereza te pusiste después a examinar Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.