234 EOS EOS 235 computar el oro extranjero al cambio legal, siendo notorio que en los dos últimos años el corriente se ha mantenido al rededor de 250. y, en fin, a como ha obtenido el oro nacional, que tiene fuerte prima, cuando se consigue.
Estas explicaciones satisfarán plenamente al país y la opinión pública tendrá en ellas una base cierta para fundar sus juicios sobre los procedimientos y la marcha de los negocios de un Banco que pertenece exclusivamente a la Nación.
Aleccionado el país por reciente y escandaloso fraude, exigirá de las instituciones de crédito la más amplia información en sus Estados, porque la mayor parte del capital que ellas explotan, al país le pertenece. Si a sus accionistas que aportan como de capital se les dan cuantos datos piden, a los depositantes y tenedores de billetes que aportan como y aun más se les deben dar iguales informes, cuando menos. Con cuánta mayor razón la exigirá del Banco Internacional.
Las naciones que pierden la voz, que carecen de prensa independiente y honrada, que diga la verdad al pueblo y al Gobierno, sin adular ni temer ni esperar nada de ninguno de los dos; que haga conocer al segundo las necesidades del primero y a éste los móviles y motivos de los actos del segundo, y la marcha y desarrollo de las instituciones públicas y de las de crédito incrustadas de tal modo en el organismo social que así pueden ser elementos de moralidad y riqueza como de corrupción y empobrecimiento están maduras para ser oprimidas y explotadas por una minoría audaz, práctica y sin escrúpulos, como que no reconoce más principio de moralidad que el interés de los que la componen.
Sin duda alguna, el señor Director del Banco Internacional y los señores de su Junta Directiva abundarán en estos mismos pensamientos, siendo aquél ciudadano de la más poderosa y libre democracia del mundo, y éstos miembros de otra, no tan poderosa, pero sí tan libre, como la del señor Director, y tan merecedora de ser amparada por sus hijos, como aquélla, ya que «Ni poder, ni esplendor, ni lozanía Son razones de amar.
Pero si estuviéramos equivocados, si los señores Directores del Banco pensaran de diferente modo, por orgullo y por honor, deben dar el informe solicitado, pues no son pocos los que les caben por el brillante resultado de su actuación en el Banco que dirigen.
No es la curiosidad ni mucho menos la negra suspicacia lo que nos anima a pedir este informe.
Notorias son la honradez y competencia de los señores Directores; pero el país entero ansía conocer su administración en detal, para aplaudirlos por su actividad y su pericia en el manejo de una institución que es absolutamente nacional.
EREMITA Noviembre de 1915.
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