226 EOS EOS 227 a producir generaciones blandas y afeminadas, que prefirieran su bienestar a la batalla, incapaces de comprender la belleza del sacrificio. Qué error. Qué injusto y miserable error! Calumniábase a la civilización. Cabalmente los mejor cultivados han sido quienes han desplegado mayor valentía. Aquellos a quienes más rosada sonreía la vida, han sido precisamente los que con más atrevimiento la han expuesto. La civilización, en vez de debilitarlo, ha fortificado el sentimiento de la patria. Los alumnos de nuestras grandes Escuelas de Francia y de nuestras Universidades han sido los más ardientes en desafiar el fuego del enemigo. En Inglaterra, han sido los estudiantes de Eton, de Oxford, de Cambridge, los que han dado el ejemplo. Todos han salido a batirse, y muchos no volverán más.
Pero me detengo, porque temo mostrarme injusto con los otros, todos los otros, los pequeños, los humildes, los desconocidos, esa multitud casi anónima que se ha ofrecido a la matanza, esos campesinos rusos, cándidos e inocentes, convertidos en soldados intré pidos, soportando, en condiciones dolorosas, sin municiones, sin fusil, casi sin cañón, el fuego terrible del enemigo. Porque hay que ser dos veces héroe para desafiar la muerte sin tener armas capaces de darla a su vez!
que es noble, es el que puede ser generoso, leal y y clemente después del combate. La lengua francesa ha dado a la palabra cobardía (que es la opuesta a la palabra valor) un sentido doble. Es cobarde el que huye y busca abrigo cuando el fuego se rompe y truena el cañón. Es cobarde el que corre hacia atrás cuando sus jefes le gritan jadelante! Esta cobardía no la conocen hoy los soldados, que sean nuestros aliados o nuestros adversarios.
Pero hay otro modo de ser cobarde. Es cobardía abusar de la fuerza contra un enemigo desarmado, asesinar y torturar a los prisioneros, hacer marchar en primera fila a los rehenes, fusilar a los niños, a las mujeres, a los ancianos, caer sin piedad sobre inocentes que no han entrado en la pelea, y por el hecho sólo de tener un fusil en la mano no reconocer más ley que el capricho o la cólera, aun cuando se esté delante de seres incapaces de defensa. Eso es cobardía; cobardía infame y vergonzosa. Y, obedeciendo servilmente a jefes deshonrosos, los soldados austro alemanes han dado demasiado a menudo tantas pruebas de esta cobardía como han dado de valor ante la muerte.
El valor inspirado en el sentimiento de la patria y en el amor de la santa libertad, cuando es además, como en nuestros jóvenes, sonriente, alegre, confiante, es capaz de hacer milagros. Ya los ha hecho, y. estad seguros de ello los hará todavía.
Pero no penséis que el valor sólo sea necesario a. Los combatientes no retroceden, ni los de un lado ni los del otro. Todos cumplen valientemente su deber y saben morir en su puesto. Pero el valor no consiste solamente en correr hacia el peligro y enfrentarse a la muerte. El verdadero valor, el único Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.