212 EOS EOS 213 nidad, que es parodia de la amistad sincera, y que repugna por lo mismo en las relaciones íntimas de los amigos.
El encogimiento, la reserva del carácter, la pereza habitual, se oponen frecuentemente a la manifestación constante, ingenua y sencilla del sentimiento expansivo de la pura amistad, apareciendo a menudo como egoístas e indolentes los amigos más sinceros. Esto priva a las personas queridas del contento que derrama en el corazón la idea constante de ser uno cordialmente amado de la persona a quien quiere y estima.
Recelo que usted haya heredado de mí aquellos hábitos antisociales que dejo indicados, que no he reco nocido en mí sino cuando ya era tarde para corregirlos, y que han venido a ser para mi vejez una fuente amarga de mortificación. Por lo mismo recomiendo a usted encarecidamente que haga un esfuerzo continuo para vencerlos y desarraigarlos. Hágase usted afable, comunicativa, diligentísima para servir y complacer a su marido, y a todas y a cada una de las personas con quienes usted va a vivir en estrechas relaciones. El modo de conseguirlo es no dejar pasar ninguna ocasión, por nimia que parezca, y fijar de continuo la atención en lo que hacen y en lo que sucede a las personas a quienes se quiere complacer, para correr presurosa a efectuar esos pequeños actos, que para la amistad adusta pasan como inadvertidos.
Es algo difícil adquirir hábitos nuevos, cuando uno permanezca en la misma situación, o en las mismas circunstancias; pero nada es más fácil que esto al variar de situación, y este es el caso de usted. deseo ardientemente que usted sea expansiva con sus amigos, diligente y solicita para complacerlos; que sea semeJante a su madre, que poseía en alto grado esas cualidades y con ellas derramaba el contento en torno suyo. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseenin la tierra. Todos conocemos este testimonio dado por el SEÑOR en el desierto; pero todos nos olvidamos de él, con indecible daño en nuestra dicha doméstica.
Aprovéchelo usted, mi querida hija, esfuercese de continuo para reprimir los impulsos de la ira y del sentimiento, y recogerá de ello los más dulces frutos. la menor frotación que sufre nuestro orgullo, salta la ira de repente, como salta el fuego del fósforo frotado. cómo evitarlo, cómo impedirlo? No es fácil al oir una palabra, al ver un acto que nos parece una ofensa, permanecer tranquilos y fríos; pero sí es fácil anular los efectos de ese impulso interior, y esto se logra cerrando con esfuerzo la boca. No hable usted una palabra cuando se sienta ofendida; retírese de la escena si es posible; y pocos minutos después sentirá usted el contento y la satisfacción de haberse dominado, y de haber evitado una disputa, un disgusto, quizá un largo sentimiento que amargará su corazón y el de personas queridas, que es tan doloroso haber ofendido. No dispute usted jamás por ningún motivo con su esposo, ni con las personas de la familia. Cuando ellas estén enojadas, calle usted a todo trance; y si es usted la enojada, calle también. Cuando sienta usted que estalla el fuego de la ira, grande o pequeño, acuérdese de su padre; figúrese que está delante de usted, con el corazón lleno de dolorosos recuerdos, impasible el rostro, y que con el dedo sobre los labios, le dice: silencio!
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